En busca de un manual de buenas prácticas

¿Dónde está el origen de la precariedad y desigualdad del sector fotográfico? Contagiados por la 'Fiebre' del pasado fin de semana, publicamos un artículo de opinión sobre lo ocurrido durante 'El Encuentro Profesional'.

El pasado fin de semana una premeditada Fiebre contagió a muchas personas de este maltratado sector, motivándolas a reunirse en el Encuentro Profesional creado para analizar la situación actual y buscar posibles soluciones desde lo colectivo.

Los orígenes de esta mediocridad se remontan tan lejos como nuestra propia cultura. Por ello, la inercia con la que se instala en nuestras rutinas es casi invisible y aplica de manera proporcional en todos nuestros contextos.

Igualdad

Tras la inauguración del evento a cargo de Daniel Mayrit, moderador del encuentro, tomó la palabra Semíramis González, comisaria independiente y actual directora artística de las ferias JustMAD (Madrid) y JustLX (Lisboa). A través de distintas gráficas recalcó lo lejos que estaba el sector artístico de ser un ejemplo de paridad en términos de igualdad de género.

Semíramis González abordó el área de igualdad de género en el Encuentro Profesional de la séptima edición de Fiebre Photobook © Albedo

Los distintos informes realizados por MAV –Asociación de Mujeres en las Artes Visuales Contemporáneas– son esclarecedores, incidiendo en el escaso 6,1% de mujeres artistas españolas representadas en la feria internacional más importante de nuestro país, ARCO. Ahondando más en esta información, se puede dibujar de maneara fácil los circuitos expositivos donde se están produciendo cambios o, por el contrario, allí donde la resistencia a la paridad se enquista bajo criterios tradicionalistas.

Semíramis González © Albedo

En palabras de Semíramis: ‘Si en el comité directivo o personas que constituyen el jurado de una determinada convocatoria no hay nadie sensible a la perspectiva de género, porcentajes tan asimétricos son predecibles‘. Ferias emergentes como Just MAD, Hybrid o Drawing representan a mujeres y hombres con porcentajes cercanos a la paridad –con un 47%, 62% y 50% respectivamente–.

En complemento a este argumento, la ponente aludió a la franja de edad como otro de los principales problemas para consolidar un escenario de cuotas sostenibles en el sector. En términos sociales y estadísticos, la mujer –al margen de su condición de artista– a partir de los cuarenta años se dedica con frecuencia a los cuidados mientras que el hombre puede avanzar en su escala laboral con mayor facilidad. Esto hace que exista una brecha de género considerable en aquellos territorios profesionales donde la demanda de perfiles veteranos es más alta.

A colación de estos razonamientos –que comparto– pienso que las aulas son la antesala perfecta para entender este último punto. De todas las materias relacionadas con la creación artística, las fotográficas son las que más conozco, en la doble vertiente de alumno y profesor. En todos los casos, la presencia femenina es poderosamente superior a la masculina, llegando a un ratio 3:1. Paradójicamente, la evolución de estos perfiles, excelentes alumnas y compañeras con una clara proyección y responsabilidad, decrecen de manera drástica al superar la barrera de edad comentada, sobre todo en la inserción laboral de puestos de responsabilidad. ¿Dónde están las fotógrafas? ¿Por qué seguimos teniendo una cuota tan baja de presencia femenina en festivales, eventos y empresas relacionadas con el tejido cultural?

El colectivo No sin Fotógrafas, inspirado en la plataforma No Sin Mujeres del contexto académico, trata de dar respuesta a muchas de estas cuestiones, visibilizando el trabajo de las fotógrafas, reivindicando una ley de cuotas efectiva en festivales, exposiciones y congresos del sector fotográfico.

Logotipo del colectivo ‘No sin fotógrafas’

Según que contextos, la tarea parece titánica, como editor de este medio he corroborado con tristeza como el artículo de opinión ‘Un consejo que te doy‘ de nuestra compañera Dèbora Martínez provocó una cadena de reacciones inesperadas entre nuestro público, mayoritariamente masculino. Tras su publicación, percibí una caída inmediata en las métricas de seguidores de Facebook y un número importante de comentarios ofensivos que fueron debidamente moderados y atendidos bajo el criterio editorial oficial. Las pautas se cumplieron respondiendo a las estadística demográficas, los perfiles masculinos de mayor edad fueron los más reactivos al contenido en contraposición al crecimiento y buena acogida que tuvimos en Instagram, compuesto por una audiencia más joven.

El estatuto del artista

Volviendo al encuentro profesional, Marta Dehesa –abogada experta en derechos de autor– cogió el turno de palabra para recorrer el área legal y desglosar los posibles orígenes y consecuencias de la precariedad consolidada en el panorama creativo.

Ubicando el artículo ‘Actividad artística y precariedad: La situación económica de los/las artistas en España a partir de un estudio global‘ publicado por la Universidad Nebrija en 2018 como punto de partida, insistió en la escasa visibilidad del colectivo fotográfico, siendo además éste muy heterogéneo y poco instruido en temas legales.

Marta Dehesa pormenorizó todos los detalles y estado del del estatuto del artista © Albedo

Según cifras de este informe, aproximadamente la mitad de los artistas encuestados –47%– declaran que sus ingresos totales anuales, contabilizando todas sus actividades profesionales –sean o no artísticas– es igual o inferior a los 8.000 € al año, por debajo del salario mínimo interprofesional.

Si tuviera que llevarme este escenario general hacía lo específico, primero habría que entender que hablar de Fotografía, es hablar de muchas actividades profesionales diferentes y si bien puede haber grandes diferencias de facturación entre algunos de sus sustratos comercialmente estipulados –producto, moda, fotoperiodismo, editorial– la famosa crisis es trasversal a todos ellos, realizando un ejercicio de tabula rasa a la baja. En síntesis, no conozco casi ningún perfil profesional que cobre ahora más que hace diez años; sobre lo contrario –personas que actualmente cobren menos que en años pretéritos trabajando ahora más horas o de manera más diversificada– me faltarían páginas para enumerarlas. Curiosamente, cada vez hay más perfiles asociados al mundo de la imagen. Esta tarta menguante se divide en más trozos, algunos de ellos totalmente asimétricos y cambiantes según la tendencia de oferta y demanda del mercado.

Con los colmillos algo más crecidos y la facturación por los suelos, las estrategias creadas al albor de la supervivencia traen cosidas algunas consecuencias. La burbuja de la formación explotó por saturación de propuestas: Las escuelas no llenan sus cursos, muchos talleres se anulan en silencio por falta de matrículas y empresas culturales siguen pagando a sus ordas de becarios en términos de salario emocional, una acción motivadora pero poco práctica para pagar el alquiler… y estamos hablando de la que quizás sea el área fotográfica más rentable de todas, si es que aún es contractual aplicarle este descriptor.

Bajo este panorama, no me sorprenden las cifras expuestas por Marta Dehesa ni las notas que Daniel Mayrit relató al hilo de la encuesta lanzada semanas antes del encuentro a modo de termómetro. Los resultados son muy parejos al estudio realizado por la Universidad Nebrija, similares porcentajes constatan horquillas de ingresos anuales ubicados entre los 12.000 y 16.000 €. Parte de este colectivo reconocía además trabajar parcialmente en B, la consonante por antonomasia de nuestra economía sumergida.

Al mentar el estatuto del artista, la intervención de Marta adquirió tintes más alentadores. El informe de la subcomisión para la elaboración de un estatuto del artista fue aprobado por el pleno del Congreso en septiembre de 2018. Este documento recoge 75 puntos y más de 60 medidas para luchar contra la precariedad específica de los trabajos culturales en aras de hacer sostenible el ecosistema cultural de este país.

Las raíces de esta propuesta se asientan en los derechos y deberes fundamentales expuestos en el Artículo 44 de la Constitución española:


1.Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho.

2.Los poderes públicos promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general.

– Artículo 44, Constitución española de 1978

Este idílico preámbulo legal no paree convivir bien con un sector cultural que no es sostenible; de ahí la importancia de llevar las medidas de este estatuto a la práctica, convirtiendo la cultura en un asunto de estado y de ciudadanía tal y como comenta Eduardo Maura.

Sin ánimo de reproducir todas las medidas expuestas en el informe, se hizo énfasis en aquellas que tienen una aplicación directa sobre nuestras rutinas laborales; la posibilidad de intermitencia laboral, compaginar pensión y derechos de autor, una cuota de autónomos proporcional a los ingresos y la elaboración de nuevos epígrafes específicos (IAE) para la gran diversidad de perfiles creativos existentes, entre otras.

Sin embargo, pese a estar aprobado en el Congreso, la evolución sobre la elaboración del estatuto del artista y su aplicación directa se encuentra en gran parte paralizada, igual que nuestro gobierno. Las inminentes elecciones y la próxima legislatura tienen un gran compromiso adquirido, y será nuestra labor constatar ese seguimiento.

Herencia y precariedad

De aquellos barros, estos lodos‘, comentaba el moderador al dar la palabra al reconocido fotógrafo Cristóbal Hara que habló sobre la necesidad de defender nuestros derechos, una constante en su experiencia laboral; una intervención basada directamente en su testimonio sin querer imponer su dilatada trayectoria hacia las nuevas generaciones.

Cristóbal Hara © Albedo

Tras un recorrido sobre nuestro pasado, no parece que hace 40 años la situación fuera mejor: grandes agencias fagocitaban todos los derechos de autor al trabajar para ellas y otras simplemente no devolvían los originales, de ahí las imponentes colecciones que han ido detentando con los años. Bajo esta herencia no es difícil llegar a entender cómo se construyeron los actuales emporios con nombres y apellidos: allí donde se fabrican productos culturales desde una perspectiva neoliberal, festivales y encuentros planteados como negocios dotados de una fuerte ayuda estatal. Todos ellos, espacios donde el artista es considerado material fungible de bajo coste, pagado en ocasiones por conceptos tan abstractos como la difusión o el prestigio.

A pesar de ello, Cristóbal es optimista, y recuerda los avances relacionados con los derechos de autor y el crecimiento del tejido asociativo en los últimos años. Apela a la responsabilidad individual para revisar de manera constante las condiciones éticas de los certámenes donde nos inscribimos o nos solicitan formar parte del jurado. Insiste en ser firmes en nuestros preceptos morales y pacientes para mantener esa posición en el tiempo.

Considero que la cultura de una sociedad se manifiesta en sus representaciones más anecdóticas, microsociología aplicable a una inofensiva reunión de vecinos o el último evento de la agenda periodística. Ambos encuentros nos darán un interesante estudio de roles de poder y estrategias de notoriedad; entender estructuras mayores es una simple cuestión de escala.

Desde luego, en nuestro sector –periodismo especializado– nos vamos cortos de problemas. Las redes sociales muestras un escaparate de éxito en suma edulcorado, tras sus bambalinas conviven hacinados pluriempleados mileuristas, becarios vitalicios, colaboraciones periodísticas recurrentes sin contraprestación económica, falsos autónomos o personas que cotizan a través de otras asociaciones generadas ad hoc. La ley de cuotas será inviable sin la incorporación de mujeres a la prensa especializada, acto que exige un cambio de mirada por el público tecnológico masculino, repleto de estigmas y estereotipos.

Entre tanto, los modelos de negocio tradicionales basados en publicidad se agotan y el número de cabeceras que se ofrecen bajo suscripción o patrocinio del público crecen exponencialmente… no parece que podamos atender a tantos reclamos al mismo tiempo.

Son tiempos de cambio y será interesante recorrerlos. Un tema sobre el que sin duda merecerá hablar más adelante, con la perspectiva necesaria.

© Albedo

2 Responses

  1. Creo que olvidamos, que como tantos oficios y modelos de negocio que han desaparecido o están en ciernes de hacerlo, la fotografía -quitando nichos muy concretos de actividad- es más que nada un oficio para el recuerdo. Hoy poca gente vive de la fotografía y los que viven “malviven” de ella. Estas mismas declaraciones las hizo el fotógrafo Ciuco Gutiérrez en una entrevista para un canal de televisión de Cantabria y tiene toda la razón. Creo que habría que replantearse si la fotografía como otras artes visuales o no es un medio para poder vivir de ello, tener tu casa, tu patrimonio, familia, etc, en los tiempos que corren. Hace treinta años sí era posible, duro, pero posible, pero como me comentó un profesional de toda la vida del sector fotográfico “el digital ha arruinado al sector” y yo añado, no sólo al fotográfico. Hay que dejar de esperar prebendas a través de dinero público – en un Estado más que arruinado- y buscar alternativas de financiación para salir adelante; es muy difícil y sólo sirve como proyecto a priori y nunca te permitirá “vivir de ello” de manera continuada. También Gervasio Sánchez comentó que hay que buscarse los recursos económicos -la financiación- en otros derroteros y luego invertirlos junto a tu tiempo libre en tus proyectos fotográficos. Quizá sólo las escuelas de fotografía, por no decir “escuela” se pueden ver como una opción de negocio dentro de este atribulado sector. Vale ya de auto engaños, cursos, photoboooks, seminarios, etc, para un oficio que, desgraciadamente, ya no es, por mucha liturgia al respecto que se intente vender.

    1. Estimado Orestes1965, en tu comentario y en las voces profesionales que expones encuentro muchas ideas compartidas y otras sobre las que disiento con total respeto, un ejercicio sano para el diálogo. Como comento en el artículo creo que es fundamental entender que bajo el paraguas de la Fotografía se alojan muchos oficios y actitudes distintas. Los objetivos y metas del territorio más cultural (festivales, proyectos de autor/a, investigaciones académicas) suelen estar en las antípodas del área claramente comercial (fotografía social, producto, moda, medios especializados) aunque a veces los intereses económicos les hagan funcionar bajo estrategias similares o existan puentes intermedios, nosotros como medio de comunicación obsesionado en juntar estas dos piezas tan diferentes somos un claro ejemplo de ello. Considero que todos los caminos son lícitos e interesantes si los procedimientos son claros y honestos, incluyendo las ayudas estatales que para tal efecto se han diseñado. Esto no resta la necesidad de buscar otras opciones de financiación. La razón de este artículo de opinión es analizar en conjunto este extraño puzzle donde cada pieza cuenta como le va en base a su experiencia, pero todas ellas adolecen de cierta precariedad instalada. La situación general no parece fácil de resolver pero al menos ya existe el germen de posibles plataformas que luchen en conjunto para revertir este malestar general. Ojalá lleguemos a nuevos puertos con ideas renovadas o al menos con conclusiones diferentes fruto del diálogo común. Gracias por aportar tu punto de vista. Saludos

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