La Sombra Incisa, de Javier Vallhonrat

Visitamos en el pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico de Madrid la exposición 'La Sombra Incisa' de Javier Vallhonrat, exposición inaugural dentro del festival PHE19, y aprovechamos para tener con él una agradable charla.

Tras visitar La Sombra Incisa de Javier Vallhonrat, exposición galardonada con el I premio Trayectoria de la Fundación Enaire 2018 y muestra inaugural del festival PHE19, aprovechamos para conversar de manear distendida con el autor.

Las fotografías de la muestra, realizadas durante los últimos tres años en el glaciar de la Maladeta en los Pirineos, son el resultado de diez años de investigaciones y trabajos de campo en la zona. Durante este tiempo el artista ha explorado, acompañado y convivido de manera intermitente con el glaciar adaptando una tienda de campaña convirtiéndola en cámara fotográfica, una cámara-habitat con la que recorre y registra el borde del glaciar.

La sombra incisa de Javier Vallhonrat delante de una imagen transitoria © Fernando Marcos

En palabras del autor: 

La idea de itinerario, fragmento, contexto, experiencia y proceso forma el núcleo principal de estos trabajos. El proyecto nace de una reflexión, pero sobre todo de una relación afectiva y simbólica con este entorno.

Mi relación con el glaciar se ha prolongado en el tiempo y me ha permitido establecer con él un diálogo íntimo y silencioso, intensamente vivo, vulnerable, cambiante y complejo. Está cargado de dimensiones metafóricas: es entidad geoclimática, es ser vivo, es epidermis, materia, forma compleja, recorrido, itinerario y territorio provisional de permanencia.

Espacio vacío y grieta en sombra, esta frontera en negativo entre el mundo de hielo y el de la roca, se hace visible únicamente algunas semanas al año, justamente cuando el glaciar se vuelve más vulnerable.

Javier Vallhonrat
Mesa con los bocetos de trabajo y vídeo del proyecto © Fernando Marcos

A nivel expositivo la muestra segmenta las obras en dos salas diferentes, ambas apoyadas a nivel informativo por material gráfico del proceso creativo, un vídeo y una vitrina con bocetos de los trabajos preparatorios, dibujados por el propio artista. Dos elementos claves para entender el proyecto en su conjunto.

Sala blanca. Heliografías y Polípticos. Imagen fragmentada de imágenes fragmentadas © Fernando Marcos

En la que podríamos denominar como `sala blanca´, vemos la serie Polípticos y Hielografías. El autor habla aquí de la cercanía física y el contacto directo con el glaciar. Hielografías se define como ‘distancia 0’, contacto directo de las huellas del glaciar y Políptico ‘distancia 1’, al estar captadas a un metro desde la cámara-hábitat al borde del glaciar.

Sala Negra. Cuerpos transitorios, 53 Perfil y Simulación de simulación © Fernando Marcos

Siguiendo el recorrido hacia la `sala negra´ nos encontramos con el polo opuesto a lo cercano en Simulación de simulación y 53.Perfil, dos trabajos que nos hablan de dos conceptos sobre el territorio físico de la alta montaña como el mapa –distancia infinita, reducción de la tridimensionalidad– y las simulaciones 3D. A medio camino entre estas series situaríamos la serie Cuerpos transitorios.

Joseph Vigier, su foto del glaciar y el inicio del proyecto.

En 2010 Javier Vallhonrat visitó el Museo Universidad de Navarra para desarrollar un proyecto dentro del programa Tender Puentes. Observando la colección de fotografías de este museo encontró, fascinado, dos imágenes captadas de un glaciar realizadas por el Vizconde y fotógrafo Joseph Vigier (1821-1894). Estas dos fotografías, posiblemente las primeras registradas de un glaciar hasta la fecha, muestran el macizo de las Maladeta, en el Pirineo de Huesca, realizadas por Vigier a 2.440 metros de altitud en el verano de 1853. 

Fotografía en Calotipo del macizo de la Maladeta, realizada por Vigier en el año 1853 © CC

Este feliz hallazgo le llevó a desarrollar entre los años 2011 y 2013 el proyecto 42ºN y a empezar a trabajar con la idea de la fragmentación y la experiencia cercana.

La cámara-hábitat

Vallhonrat transformó una tienda de campaña de alta montaña en cámara oscura, un dispositivo que le permite a la vez ser cámara y hábitat. En el extremo de dicho dispositivo –tal y como se puede ver en el video presente en la exposición– colocó un trípode con un objetivo de 360-500 mm a modo de montante delantero. Para emular la función del montante trasero, siguiendo esta analogía con una cámara técnica– utilizó otro trípode con un portaplacas y una pantalla de enfoque de plástico semi-mate de 8×10″. La película negativa usada fue la Kodak Portra 160.

Dispositivo de captura, cámara oscura, hábitat. Cámara-hábitat en el borde del glaciar y dibujo preparatorio © Fernando Marcos

Frente a la pérdida de sentido de realidad que acompaña a la expresión acelerada de la alta tecnología y la virtualidad, La sombra incisa propone baja tecnología, la experiencia física y el tiempo ralentizado.

Javier Vallhonrat

La Sombra Incisa – Fases del proyecto

El trabajo de Javier Vallhonrat contiene un fuerte componente metalingüístico, cuestionando siempre el propio lenguaje fotográfico. El autor coloca al espectador ante la perplejidad y el asombro de lo que está observando, llevando la mirada hacia la incertidumbre entre lo real e imaginario.

Permanecer junto al glaciar permite la observación minuciosa de incontables gestos y el contacto con su cambiante materialidad. Acumular expresiones fragmentarias y aisladas de su complejidad material, pretendiendo fijar en una imagen su imparable transformación, me lleva inevitablemente a hablar de las limitaciones que supone elaborar apenas un esbozo de su inabarcable variedad

Javier Vallhonrat

Durante tres o cuatro semanas del mes de agosto el glaciar pierde su capa de nieve y muestra su superficie de hielo. En esos cortos períodos de tiempo en los años 2016, 2017 y 2018 Vallhonrat ha permanecido de forma intermitente –siempre que las condiciones atmosféricas se lo permitieron– junto al límite roca-hielo registrando su perímetro. Con mucha suerte, los días efectivos en los cuales pudo trabajar junto al glaciar fueron unos diez o doce días. Las horas de luz en las cuales pudo trabajar tampoco fueron muchas al buscar siempre la suave luz de la sombra.

Polípticos

Registros fragmentarios del límite del glaciar

Las obras de esta serie son conjuntos formados por cuatro tomas fotográficas, registro fragmentario del encuentro entre el hielo y la roca, registrados con la cámara-hábitat. En el año 2017 las condiciones atmosféricas y de trabajo fueron propicias para poder realizar 14 registros fotográficos, de los que 9 de ellas fueron considerados satisfactorios. Cada políptico de cuatro fotografías fueron captadas en película negativo color Kodak Portra 160 formato 20x25cm y positivadas en papel fotoquímico.

Políptico, 183×150 cm, 2017 © Javier Vallhonrat

Hielografías

Huellas físicas de neviza y hielo glaciar sobre papel de acuarela

A la izquierda de la sala nos encontramos con las Hielografías, registros de materia fusionada y evaporada de la nieve y hielo glaciar depositados en papeles de acuarela de 300 g. La materia transformada en huella, el tiempo convertido en registro.

Hielografía, 103×133 cm, 2016 © Javier Vallhonrat

Cuerpos Transitorios

Objetos intermedios de nieve, neviza y sedimentos minerales.

Nos adentramos en la `sala negra´ compuesta por las series Cuerpos transitorios, 53 Perfil y Simulación de simulación. El autor nos cuestiona la realidad de lo que vemos, no sabemos con certeza si son fotografías u otras representaciones gráficas.

En Cuerpos Transitorios el autor fotografía los neveros que van quedando aislados al borde del glaciar, transformando éstos en islas flotantes, ingrávidas, con pequeñas referencias rocosas que dan materia al contenido.

Cuerpos transitorios, 180×130 cm, 2018 © Javier Vallhonrat

53. Perfil

Acumulación de fragmentos de un rostro imponente y vulnerable

En el centro de la sala nos encontramos con esta impresionante imagen a modo de altar, como algo divino captado desde el cielo. Es un impresionante políptico compuesto por 53 imágenes tomadas desde una avioneta sobrevolando el glaciar.

53. Perfil. 206x176cm, 2016 ©Javier Vallhonrat

53. Perfil reconstruye el rostro del glaciar a partir de 53 fragmentos. Esta imagen parte de dos referencias claves, por un lado la imagen de Vigier y por otro la imagen satélite de Google Earth.

Simulación de Simulación

Recorrido físico de una imagen mental

A la derecha de la sala nos encontramos con cinco fotografías que simulan una simulación 3D. Realizadas en cinco enclaves a la misma cota de 2.530 metros a lo largo de un recorrido de ocho kilómetros. Imposible escapar de la experiencia de lo físico, en este caso sin duda muy agotador.

Trabajo preparatorio de Simulación de simulación © Javier Vallhonrat

En palabras del autor, esta cota le permitió: “mantener un recorrido horizontal para simular una rotación virtual del glaciar sobre un plano horizontal, simulación de las pantallas de ordenador y de las simulaciones 3D”.

Simulación de Simulación, 180×142 cm, 2016 © Javier Vallhonrat

La exposición se completa con un exquisito libro-catálogo, en papel mate y tamaño ligero, con las fotografías y el desarrollo del proyecto así como una charla entre el autor y Ángeles Imaña, comisaria cultural y gerente de la fundación Enaire.

Al final del libro-catálogo nos encontraremos con un enorme desplegable de 53. Perfil. Una delicia.

Encuentro con Javier

Charlar con Javier es, simplemente, un placer.

Tiene la mirada limpia, experimentada e incisiva de quien con sinceridad, humildad y generosidad se cuestiona todo, el físico ligero y ágil de quien está acostumbrado al aire libre, la montaña y los glaciares –no en vano los ha subido muchas veces para este proyecto– y un verbo certero y poético de quien posee un amplio acervo cultural y creativo.

Nota: el siguiente artículo no es una transcripción literal del contenido de la entrevista, sino que reproduce las ideas en ella contenida de la forma más fidedigna posible. Ciertas partes pueden haber sido resumidas, pero en ningún caso se ha alterado, al menos de forma voluntaria, el sentido de las opiniones e informaciones aportadas por ambas partes. Las aclaraciones y textos de apoyo son expresadas en cursiva.

Inútil siquiera soñarlo todo. Cuéntame, qué hay detrás de esta reflexión.

En el nivel de lo perceptivo, las disimilitudes de la visión y los saltos del pensamiento, o como percibimos el mundo dependiendo de nuestras emociones, de nuestras sensaciones, los diferentes fragmentos que recogemos en lo perceptivo y en nuestra propia construcción de lo que es la realidad, el cerebro se encarga de una manera muy eficaz de fundirlo todo en una imagen de totalidad, mientras no es en absoluto así. Todos estos mecanismos sirven para darnos una imagen coherente del mundo y para que creamos que lo comprendemos. Eso es una especie de engaño. Por eso para mí el valor del fragmento es tan importante en este proyecto, incluso en las imágenes en las que aparece una especie de todo es evidente que no es más que un trocito. En otras, en las que de nuevo parece como un todo, es evidente que no es mas que una especie de isla, incluso cuando fotografío la silueta lo complejo no es todo; son entidades aisladas, integradas en contexto que a su vez están integrados en otros contextos, pero nos hacemos la ilusión de que entendemos las cosas, que lo entendemos todo.

Nos enamoramos de esa percepción nuestra y pensamos que sabemos lo que es un glaciar o que sabemos lo que es el mundo. Curiosamente esa especie de autoengaños nos lleva a despreciarlo todo, en lugar de otorgarnos humildad nos otorga la arrogancia humana con lo que nos acercamos a las cosas ignorándolas supinamente, ignorando lo complejo de los procesos, los procesos son hiper-complejos, sobre todo en la naturaleza. 

Infinito, de fragmentos infinitos.

Tu proyecto de la Sombra Incisa parte de la visión de una fotografía del glaciar que capto Vigier en el año 1853. ¿Qué sientes ahora cuando ves en esa foto al glaciar mucho menos deteriorado que en la actualidad?

¡Siento dolor! Como si fuera un ser vivo que lo veo enfermar, siento lo que siento ante todo ser viviente que sufre, sobre todo cuantas menos defensas tiene, cuanto más vulnerable es, cuanto más inconsciente es. Esa fragilidad de lo viviente. 

Las personas somos responsables en la medida en que podemos elegir. Esa no asunción de responsabilidad es la que me hace indignarme. Es esa sensación de injusticia, no es justo.  

En uno de los dibujos preparatorios que se pueden ver en la exposición hay uno en el que estás volando sobre el glaciar, ¿Tiene que ver con los sueños?

Dibujo de un sueño ©Javier Vallhonrat

¡Sí, son ensoñaciones!

Tanto en ese dibujo como en otro en la que se me puede ver dormido como una larva durmiendo al lado del glaciar. Marcan dos lugares y en realidad esas dos marcas hablan de las dos salas, la sala blanca y la sala negra. En una si alargo mi mano puedo tocar el glaciar, en el catálogo hay una frase muy bonita que dice: 

Cuando el cansancio me puede, sueño que alargo mi mano y toco la suya, aunque la fantasía de esa compañía que le ofrezco se fragmenta en minúsculos cristales de hielo que se funden transformándose en millones de gotas de agua que se evaporan antes de tocar la superficie del glaciar

Javier Vallhonrat

En esa sala blanca es la imagen de la cercanía, de la cercanía física y la constatación de esa distancia mínima en la que yo puedo alargar la mano y tocar el glaciar, tanto en las acuarelas como en los polípticos. En la otra sala, la negra, es más un espacio mental. Una es el espacio en donde uno experimenta y el otro es el espacio en el que uno imagina y proyecta, son como proyecciones.

En las dos salas la materialidad del glaciar es muy evidente con estas dos proyecciones: la experiencia física cercana y la experiencia mental de imaginar un glaciar que gira, observo esas manchas y las aíslo, para generar esa perplejidad en el espectador. 

Has permanecido al lado del glaciar en períodos durante tres años, acompañándolo en su lenta agonía, sintiendo su aliento, su murmullo. ¿Has sentido en algún momento que te haya rechazado, como un anciano enfermo pero orgulloso?

 Sí (risas)… ¡El glaciar cuando se enfada da terror!

Dikt fra den breen, 1929 © Käre Aarset

Antes de este proyecto hice otro que se llama EOLONIMIA, una serie de ilustraciones de poemas sobre icebergs, auroras boreales… Cuando estudié un poco la cosmología Islandesa me di cuenta de una cosa muy curiosa y es que, en Occidente, en el Mediterráneo los dioses, por ejemplo Zeuss, lanza rayos, los fenómenos naturales podrían estar en mano de los dioses mientras que en la cosmogonía Islandesa y Nórdica curiosamente, antes de los dioses están los JOTUN –gigantes– que son son representaciones del caos primitivo y de la indomable y destructiva naturaleza. Está Hrímþursar –gigantes de la escarcha o gigantes de hielo– o Surt del calor y el fuego, el gigante de la roca, el del viento, de la nieve o por ejemplo Skade, gigante del invierno que acaba casándose con un dios de la espuma del mar, que acaba aplacándola para que las tormentas de nieve sean menos terrible.

Distintas representaciones de fuerzas que son indiferentes al dolor humano y, los dioses como Odín y Thor al final acaban intercediendo entre los gigantes y los hombres. Tenemos el deseo de que esa indiferencia de lo natural, eso tan sobrecogedor y despiadado de lo natural se pueda aplacar, por eso nos inventamos unos dioses y unos santos que puedan interceder ante ello. 

Sin embargo lo extraño es que yo frente al glaciar siento la compasión que siento como si fuera un ser vivo, siento su dolor. No sé si es una cosa gigantesca que deseo conocer y por eso vuelo por encima de ella, o si es un ser del cual me siento como hermano y me gustaría formar parte y acompañar. Me tumbo a su lado intentando alargar la mano y tocarle su mano. Simbólicamente vivo en esa dialéctica poética infantil y a la vez absurda pero que expresa esa doble condición de lo humano; el atribuir ese espíritu a todo lo natural y a la vez saber, como ser del siglo XXI con una mente relativamente científica, que determinadas condiciones físicas generan tormentas que me pueden fulminar en un instante, vivo atrapado en esa contradicción. 

Conociendo tu trayectoria y tu gran capacidad técnica en la fotografía ¿Te has encontrado algún problema irresoluble que te haya impedido realizar alguna de las fotos?

¡Sí! (de nuevo risas)

Nosotros vemos aquí el resultado de las selecciones más exitosas, lo que no vemos aquí son todos los fracasos.

Mi idea inicial era mucho más loca; originalmente empecé a hacer fotos con LAB35, con José Luís estuvimos explorando cómo podíamos optimizar el proceso de negativo de color, porque quería repetir un poco el procedimiento de Joseph Vigier –que por cierto fue discípulo de Fox Talbot; trabajó en su taller– que hizo negativos en papel, calotipos. Empecé con esto calotipos en BN, luego me dio la sensación de que era una estética demasiado nostálgica, quería una cosa mucho más moderna y más contemporánea, entonces empecé a hacer negativos con papel fotoquímico color para RA4, hicimos muchas pruebas y decidí que iba a exponer los papeles a 8 ISO para luego escanearlos e invertirlos para positivar. Con este procedimiento tenia problemas de una latitud mínima, en las sombras prácticamente no había nada, por tanto pensé en exponer dos papeles para escanear dos imágenes con distinta exposición… ¡en fin! me fui complicando la vida porque mi idea era haber hecho papeles y haber mostrado copias por contacto.

Me hubiese gustado hacer unas fotos en 40×50 con un atril un poco más grande y haber fotografiado por proceso directo esos cuatro papeles de los polípticos, para emular lo más parecido el proceso de Vigier, haciendo la parte física del procedimiento todavía más protagonista, con una profundidad de campo todavía menor.

Hice decenas de pruebas, primero en el cuarto de baño de mi casa con un cartón y una estenopeica que me llevaba a exposiciones infinitas y de nuevo demasiado nostálgico. Luego me compré un objetivo un 500mm de gran formato, hice muchas pruebas de viñeteado y con negativos grandes que yo iba acoplando, todo bastante complicado.

Un día fui con mi hijo y la tienda-cámara a la Pedriza e hice unos paisajes en negativo 20×25, también con esos papeles-negativos que estaba probando. Al final había algo interesante en este proceso pero no conseguí quitarle cierta sensación “efectista”, algo alejado de mi trabajo, que tienen estos procedimientos.

 Tras la pista del fragmento. Foto Vigier

Collage de fotografías originales de Joseph Vigier y el macizo de la Maladeta ©Javier Vallhonrat

Vigier fue el primero que me puso sobre sobre la pista del fragmento cuando coge su cámara, la pone en vertical y aparecen en primer término los pies y luego aquello que está ahí, a donde todavía no ha llegado, una especie de señalamiento a lo Richard Long de donde estoy y hacia donde estoy mirando…. Y además lo dice, estoy en tal sitio visto desde tal. Testimonia donde está, con una mancha muy abstracta que sorprende por lo poco descriptiva, que en lugar de dar proporción genera incertidumbre, me pareció muy audaz, muy moderno y me dio pie a pensar en fragmento y contexto.

Viendo tu dispositivo de registro-hábitat en las fotografías y trabajos preparatorios, es inevitable pensar en un ataúd y a la vez una pupa, en un capullo o una larva previa a la metamorfosis. ¿Te has sentido tan integrado en la naturaleza y el entorno como un ser vivo que nace y muere en él?

Sueño y dibujo preparatorio. Larva, pupa, metamorfósis. © Javier Vallhonrat

Es curiosa la forma en la que me represento en el dibujo, a ese dibujo lo he llamado el dibujo de la larva y antes de este trabajo tengo otros en los que me represento en pequeñas casitas, en un intento de integrarme en lo natural. Este caso también ha ido un poco por esa línea. La tienda de campaña es estar en un sitio, permanecer en un sitio con la menor separación posible.

De una manera envidiable has realizado las fotografías estando dentro de la propia cámara, viendo como se genera esa imagen en tiempo real. ¿Qué sensación se tiene en ese momento?

Dibujos preparatorios de la cámara-hábitat © Javier Vallhonrat

Sí, uno de los propósitos era ese.

En medio de la oscuridad empaticé con la magia que debieron sentir los inventores de la fotografía, la sensación que ellos debieron tener al asistir a un conocer nuevo, el cómo se genera la imagen dentro de nuestra propia mente. Lo que pasa es que no nos damos cuenta, La magia de la imagen también tiene que ver con la magia del ser humano. Tengo la sensación de que lo perceptivo, transformar, a través de esa pequeña lente que tenemos ahí, las vibraciones lumínicas de la materia en una representación de eso que llamamos imagen, incluso dotarla de sentido de belleza, de fealdad, dotarla de emoción, es ser sensibles a ella.

Estar dentro, no solo me parecía estar asistiendo al nacimiento de la fotografía, sino sentir la magia que sentía Durero o los ópticos del XVII cuando se metían en una habitación y podían dibujar con toda fidelidad las formas de lo real; o cuando Talbot inventa el Lápiz de la Naturaleza, como si la naturaleza se pudiera pintar a sí misma. Tenían que tener autentica sensación de magia, en esa magia que esta realmente en nosotros, en que nosotros somos conscientes de eso. Expresar esa consciencia me ha parecido siempre una obligación. 

En las imágenes que me hace mi hijo, en el video, de esa cosa de plástico en medio de la oscuridad, como esa imagen fantasma, imagen mágica que se esta creando ahí, tiene esa sensación de asombro y magia ante la magia de la imagen, era lo que me interesaba trasmitir. Después de cuarenta años haciendo fotos quiero que me siga pareciendo mágico. Estar dentro de la cámara, intimidad con la cámara e intimidad con el glaciar. También la tienda de campaña tiene un componente infantil, poder construir tu pequeña casita de forma inmediata en cualquier lado. Reproduce la suerte que tienen los animales de poder, con nada, estar en el sitio más impresionante, el que se hace un nido al borde de un acantilado.  

Como decía Wagensberg en uno de sus aforismos y título de su libro: Si la naturaleza es la respuesta cual es la pregunta. ¿Cuál es tu pregunta a la naturaleza?

Para mí la angustia principal es si toda esta expresión de vida, si la vida es fruto del azar. Si esta fuera la respuesta de repente da mucho miedo esa especie de vacío, de nihilismo, de que no tenemos ningún propósito ni sentido o formamos parte de esa capacidad de entropía que dirige lo vivo hacia expresiones de mayor complejidad y de mayor integración de unas estructuras en otras, sean estructuras de información, energéticas, etc., en cuyo la caso la creatividad sea la expresión de lo que existe de expresar una posibilidad, que por muy casual y azarosa que sea, podría hablar de algo que se parece a la libertad.

Si los humanos tenemos esa capacidad de generar estructuras, aunque sean mentales y luego plasmarlas en cosas mas complejas, que integran más información y que nos dan mayores posibilidades de elección porque nos dan mayor “libertad”, la creatividad sería como una especie de pequeño propósito que tendremos dentro de ese mundo de azar. Eso me da esperanza o sentido. Sería como decir: ¿Si todo es azar es todo azar? ¿Y si todo es azar qué propósito tenemos? ¿Y si dentro de ese azar nace esa pequeña posibilidad de elegir y de evolucionar?

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