Cuando hablamos de fotografía en color, hay una serie de nombres que siempre vienen a nuestra memoria: William Eggleston, Joel Sternfeld, Joel Meyerowitz y el fotógrafo del que vamos a hablar hoy, Stephen Shore (Nueva York, 1947). Estos autores norteamericanos, durante los años 60 y 70, revolucionaron el panorama fotográfico sobre la base de un ingrediente hasta ese momento considerado poco serio; el color. Sí, infravalorado como propio de la fotografía publicitaria, editorial y amateur, el color había sido postergado por los grandes nombres de la historia hasta ese momento, e incluso casi vilipendiado por genios como Henri Cartier-Bresson. Pero surgió una generación que no tenía deudas con el pasado, que bebía tanto de las raíces artísticas como de las puramente fotográficas, y que no desdeñaba de la cultura pop y el mundo occidental contemporáneo.
No pretendían cambiar el mundo con su arte, formaban parte de una corriente nihilista, desengañada de utopías, y que fundamentalmente utilizaban la fotografía para describir su pequeño microcosmos e intentar entender su vida, dentro de un planeta cada vez más ilógico. Y qué mejor manera de describir a la sociedad de aquel momento que empezar a utilizar el color, más “real” y propio de un mundo que ya había dejado de ver la vida en blanco y negro, y se asomaba a una publicidad y una televisión de colores intensos. Algunas de las claves de esta elección, las podemos encontrar en las palabras de Stephen Shore: “El color registra un amplio rango de la intensidad y matices que forman parte de la vida. Agrega una capa de información. Posee además un nivel descriptivo adicional, porque muestra el color de la luz y los tonos de una cultura o una época”.

De Stephen Shore podemos decir que fue un verdadero niño prodigio. Con 14 años, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa), con el gran Edward Steichen a la cabeza del departamento de fotografía, le compró tres de sus imágenes. A los 17 años, se codeaba con Andy Warhol, documentando con su cámara lo que ocurría en su célebre Factoría. Y en 1971, con 24 años, se convirtió en el segundo fotógrafo vivo que exponía su obra en el Museo Metropolitano de Nueva York. Curiosamente, esta primera exitosa y fructífera etapa, tremendamente precoz, fue realizada en blanco y negro. Y eso, hablando de uno de los ‘grandes del color’, es una prueba del enorme talento que poseía el autor neoyorquino.

Y en los años 70 llegaron trabajos todavía más célebres. Siguiendo la tradición de otras leyendas de la fotografía norteamericana, se embarcó en varios viajes por su país que dieron como fruto dos magnas obras: ‘American Surfaces’ (1973) y ‘Uncommon Places’ (1982). La primera comenzó durante un viaje desde Nueva York a Amarillo (Texas). Armado con una cámara compacta Rollei de 35mm, Shore se dedicó a realizar una especie de diario fotográfico, que bien podría ser un instagram de la época analógica. Platos de comida, detalles, objetos kitsch… todo con una estética de instantánea, con uso de flash cuando era necesario, y documentando todo aquello que le llamaba la atención, lo cotidiano, lo banal, lo que no tenía nada que ver con un “momento decisivo”. Estas palabras de Shore encajan bien en las fotografías que componen American Surfaces:
“Ver algo espectacular y reconocerlo como una gran posibilidad fotográfica no va a suponer un gran avance. Pero el ver algo ordinario, algo que ves todos los días y reconocer sus posibilidades fotográficas, eso es en lo que yo estoy interesado”.

El segundo trabajo, ‘Uncommon Places’, es una obra radicalmente opuesta en lo estético, pero complementaria en la raíz documental de su creación. Imágenes más abiertas y paisajísticas, tomadas con el reposo propio de utilizar cámaras de gran formato 4×5” y 8×10”. Unas creaciones que nos dan una visión de los Estados Unidos de la época, confuso y extraño, que se debate entre lo natural y lo urbano, entre el fin de los sueños hippies y la realidad de una sociedad cada vez más consumista y alienada.

Stephen Shore ha desarrollado también una profusa carrera comercial, no muy conocida, representada en la actualidad por la agencia Art + Commerce. Así, ha fotografiado campañas para marcas tan dispares como Nike, Orange, Glenfiddich y Urban Outfitters. En muchos de los casos, no podemos decir que el sello de Stephen Shore sea evidente en las imágenes, siendo propias de campañas publicitarias donde el fotógrafo es un eslabón más, pero sí atisbamos algunos de los iconos puramente americanos que encontramos en sus más reconocibles obras.

Podemos reconocerle en el asfalto y cierto aire ‘casual’ en las imágenes de Nike, o ese catálogo de ropa fotografiado para la cadena estadounidense Urban Oufitters donde los modelos están ubicados en anodinos entornos urbanos, propios de los suburbios de cualquier ciudad norteamericana. Postes, señales de tráfico, coches… el “decorado” de la imagen pesa tanto como el modelo y la ropa, y entre esos elementos tan recurrentes en su trabajo, Shore se mueve como pez en el agua.

Más desconcertante es el trabajo editorial de moda que ha desarrollado para Telegraph Magazine. Y es que es difícil imaginar a Stephen Shore fuera de los Estados Unidos, en un lugar tan opuesto y exótico como la India, realizando imágenes con fondos que parecen sacados de “Las mil y una noches”. Desde luego que no son fotografías que aporten nada especial a la imagen editorial de moda, y no hacen más que traerme a la memoria aquel polémico y fallido calendario Pirelli que realizó Steve McCurry o las instantáneas tomadas por Cristina García Rodero para la Familia Real. Pero bueno, también hay que reconocer que los fotógrafos somos por naturaleza inquietos y curiosos, y si el lugar, los protagonistas o el importe a cobrar resultan atractivos, está comprobado que cualquiera puede decir que sí, hasta los más grandes. Nada podemos objetar, salvo criticar el resultado, si así lo mereciera. Y en este caso concreto, mezclar moda, la India y Stephen Shore, no podemos decir que haya sido muy satisfactorio.

Más apropiados han sido otros trabajos editoriales realizados para Telegraph Magazine y otras publicaciones como Lucky Magazine, W o Another Magazine, cuando de manera acertada le colocan frente a escenarios puramente americanos y el “look” es más de instantánea. En estos casos, parece que la modelo ha sido encajada dentro de una fotografía de Stephen Shore. Aquí es donde reconocemos a ese artista que tanto ha aportado a la historia del medio fotográfico. En relación a su trabajo comercial, algunas veces ha manifestado el principal interés que le motiva: “Me gusta realizar fotografía comercial y de moda, por el reto que suponen. Por ejemplo, tener un director de arte que realiza un boceto en Londres y tener que llevar al mundo real todo lo que ellos han concebido, es todo un desafío”. De la fotografía de moda también le gusta el rasgo colaborativo que tiene: “Hay muchas personas poniendo toda su energía creativa en conseguir las mejores imágenes posibles, y es algo muy emocionante y enriquecedor estar dentro de ese equipo.”

Un encargo curioso fue el que le llevó a fotografiar al equipo de béisbol de los New York Yankees a finales de los años 70. Tuvo la ocasión de seguir al equipo en sus entrenamientos y partidos, y de retratar a todos los jugadores.

La carrera de Stephen Shore ha sido siempre un desafío en relación a su capacidad de entender y documentar el mundo a través de una cámara fotográfica. Sus palabras así lo atestiguan:
“Hago fotos para resolver problemas, problemas visuales, y la imagen que resulta es para mí algo secundario. Cuando doy con una solución para algún problema visual, procuro no volver a utilizarla más adelante. No quiero repetirme. Está en mi naturaleza obligarme a mí mismo a avanzar en nuevas direcciones.”

Pocos autores han sido tan influyentes en las generaciones posteriores, y menos aún han sido capaces de crear una obra de tan rabiosa contemporaneidad. Su legado permanece vivo, tanto como la labor docente que realiza en el Bard College de Nueva York, desde 1982, y ese libro, Lección de Fotografía. La naturaleza de las fotografías (Phaidon, 2009), donde se aglutinan muchas de sus reflexiones, y cuya lectura resulta recomendable para todos aquellos interesados de una u otra manera en la fotografía.
Fuentes:
Vice Magazine, entrevista a Stephen Shore de Steve Lafreniere (diciembre, 2009)
“Lección de Fotografía. La naturaleza de las fotografías”, libro escrito por Stephen Shore
Purple Magazine, entrevista a Stephen Shore de Alexis Dahan (2015).