La Cara B de Steve McCurry

Repasamos el extenso y menos conocido currículum Steve McCurry; desde el calendario Pirelli hasta campañas para Valentino en nuestra serie 'La cara B'.

Hace ya más de un año, Steve McCurry se vio envuelto en una considerable polémica. El legendario fotógrafo norteamericano fue acusado de alterar sus imágenes mediante técnicas de retoque agresivas, traspasando los límites del fotoperiodismo y la imagen documental. Numerosos editores gráficos y blogueros a lo largo del mundo compararon fotografías suyas recogidas en libros, con otras que estaban expuestas o publicadas en otros medios escritos u online, y fueron encontrando notables diferencias, especialmente en la eliminación de elementos del encuadre para conseguir una imagen más limpia, estética y equilibrada.

Lo que en otro tipo de género fotográfico está casi a la orden del día, en aquel autor siempre englobado en el documentalismo y la instantánea fotoperiodística, provocaba una notable mancha en su currículum. Porque Steve McCurry había sido el autor de cabecera de la revista National Geographic y pertenecía a la Agencia Magnum, donde lo que se ve, debería ser la pura realidad, recogida por el subjetivo y talentoso ojo del fotógrafo, pero sin que el “esteticismo” llegue hasta límites de cambiar el contenido de los píxeles de la imagen. La credibilidad del autor de imágenes icónicas como “la niña afgana” quedaba en entredicho.

India, 1996 © Steve McCurry

Por mucho menos, numerosos fotógrafos en los últimos años habían tenido que hacer las maletas y abandonar las redacciones de notables medios y agencias. Ya que las excusas de McCurry, primero desentendiéndose de los retoques y echando las culpas a su equipo de trabajo, y luego proclamando que él no es fotoperiodista, tampoco sirvieron para suavizar la carga del escándalo. Durante décadas McCurry nos había traído las miserias y las maravillas del mundo, y por muy “artísticas” y bellas que se consideraran sus fotos, las habíamos visto desde una óptica documental cercana al fotoperiodismo. Eso era indudable. Y después de lo acontecido, podríamos dudar de todo lo que habíamos presenciado a través de su cámara.

India, 2007 © Steve McCurry

Pero, observando la carrera de McCurry en profundidad, casi podríamos decir que el éxito acabó devorando al paciente observador de gentes y mago de la luz y el color. El jugueteo con la imagen comercial y publicitaria, que ha realizado en numerosas ocasiones, y donde cualquier clase de retoque está permitido, pudo formar un todo en el fotógrafo estadounidense y su equipo, en el que las fronteras éticas se suavizaron u omitieron en beneficio de esa imagen perfecta y bella que proyectaba siempre su obra. Tal vez el no delimitar su trabajo, e intentar navegar por aguas muy diversas, terminó por confundir los medios. Él lo tenía claro hace muchos años, ya que en una entrevista para American Photo decía: “Da igual si utilizas una estenopeica, una Leica o una 8×10. Tu trabajo es como un poema. Pones el poema sobre la mesa, lo lees, y nadie te va a preguntar si lo escribiste a mano o lo mecanografiaste. A nadie le preocupa cuánto tiempo te llevo escribirlo o cuántas veces lo rehiciste. ¿Cuántas veces disparaste? No importa. Lo importante es el resultado final“. Tal vez sea muy liberador aplicar estas palabras a la fotografía en general, pero no toda la fotografía es igual, aunque los límites sean difusos.

Seguramente el calendario Pirelli que realizó en 2013 ha sido el trabajo más destacado en el otro lado de su carrera. Debido a que el encargo de la empresa italiana ha sido la pieza más preciada por los fotógrafos de moda de las últimas décadas. La lista, desde la primera edición de 1963, está sembrada de grandes nombres, como Terence Donovan, Bert Stern, Richard Avedon, Peter Lindbergh, Mario Testino, Bruce Weber… siempre los números 1 del mundo de la moda –con alguna excepción–, al igual que el plantel “top” de modelos. Y llegó el año 2013, y los directores creativos de la firma decidieron dar un giro. Utilizando el escenario de Río de Janeiro, en aquel entonces la brillante urbe de una emergente economía brasileña, que se preparaba para los Juegos Olímpicos, el elegido fue Steve McCurry. Nadie mejor para captar la esencia y el color de la ciudad sudamericana. Y el fotógrafo estadounidense fue fiel a sí mismo. Mucho colorido, una luz uniforme y preciosista, y unas modelos menos sensuales que en las ediciones precedentes. Algunos, eso sí, lo calificaron como el “calendario Pirelli más aburrido de la historia”, acostumbrados a fotografías más transgresoras y en algunos casos también más carnales.

Calendario Pirelli, 2013 © Steve McCurry

Fue posiblemente la primera conmoción para los seguidores de McCurry, descolocados como todos cuando se conoció su nombre como el seleccionado por Pirelli. Al ver el resultado quizás las aguas volvieron a su cauce, al contemplar unas modelos contextualizadas en una estética que recordaba a sus más conocidos trabajos.

Calendario Pirelli, 2013 © Steve McCurry© Steve McCurry

Dos años después, en 2015, Steve McCurry volvió al mundo del calendario, esta vez liderando el también reconocido internacionalmente de la marca italiana de café Lavazza. En esta ocasión el encargo incorporaba una intención social, ya que los protagonistas de las imágenes eran personas identificadas por su defensa de África, encabezando proyectos relacionados con la economía y el medioambiente. Un trabajo de puro retrato escenificado, menos fresco de lo que nos tiene acostumbrados, con una luz más teatral, pero de nuevo trabajando con motivos étnicos.

Calendario Lavazza, 2015 © Steve McCurry

También en el continente africano realizó una campaña para Valentino en 2016. Esta vez con modelos profesionales, ambientadas en el entorno que había inspirado la ropa de la casa italiana para esa temporada. Tampoco en este caso se salvó de la polémica, ya que muchos veían como un mero reclamo exótico y estético el espacio de las fotografías, junto a modelos poco africanas. Pero, en este caso, la responsabilidad era de la creatividad de la campaña, como sucede en los trabajos publicitarios, donde el fotógrafo es más un profesional ejecutor de la idea.

Valentino, 2016 © Steve McCurry

Asia ha sido siempre el espacio geográfico más relacionado con la carrera de Steve McCurry. Desde el Líbano, hasta Camboya, pasando por la India, Tíbet, Irán, Irak, Pakistán, Afganistán… ha fotografiado guerras, catástrofes medioambientales, tradiciones, gentes… en Afganistán se puede decir que inició su carrera en 1979 cuando, en plena conflicto con la Unión Soviética, cruzó la frontera desde Pakistán, y comenzó a retratar lo que se ponía delante de sus ojos, ya fueran sus gentes, el paisaje o la guerra. Y Asia también ha sido el escenario de algunos encargos fotográficos publicitarios, como los realizados para Dior y Louis Vuitton.

Louis Vuitton, 2011 © Steve McCurry

Si eres paciente, la gente olvida tu cámara y deja aflorar su alma“. Esta frase resume la que ha sido la manera de trabajar de Steve McCurry a lo largo de los años. Los más puristas no perdonarán el escándalo del retoque de sus imágenes, pero lo que es cierto es que ha sido capaz de crear un estilo inconfundible, con unos colores y una armonía propias, estilizados hasta el extremo, creando un mundo visual mágico con el que hemos crecido pensando en países como India. De los fotógrafos más populares que hayan existido, tal vez la solidez y las raíces profundas en el imaginario colectivo de sus fotografías, le han permitido resistir el envite al que se enfrentó en 2016. Seguramente le haya servido para replantearse su papel como fotógrafo, y las exigencias y autoexigencias impuestas a lo que casi es un producto y una marca visual. Pero al final, el secreto de la fotografía reside en algo tan sencillo, y a la vez tan infinito, como una persona y su cámara, y Steve McCurry seguro que seguirá demostrando hasta que su cuerpo y su mente se lo permita que conoce como nadie la alquimia de reunir la belleza del mundo dentro de las cuatro paredes de una fotografía.

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