El poder de la imagen, ya fuera a través de la pintura o de la fotografía, tuvo un impacto en Dalí ya desde su infancia. El pintor surrealista mantuvo, a lo largo de su vida, una estrecha relación con la fotografía, no solo como herramienta para su obra pictórica, sino también por relacionarse con algunos de los fotógrafos más famosos de su época.

Cecil Beaton, Man Ray, Català Roca, Joana Biarnes o Philippe Halsman, que inmortalizó el bigote de Dalí, nos dan una idea de los artistas con los que trató. Otros nombres, quizá menos conocidos, pero no por ello menos importantes, como Martha Holmes o Denise Bellon, que fotografió la primera exposición surrealista de la historia, dan cuenta de la larga lista de fotógrafos y fotógrafas que lo retrataron. A estas últimas se les dedicó la exposición “Ellas fotografían Dalí” en el Castillo Gala Dalí de Púbol, pocos años atrás.

De esta profunda relación que tenía el pintor figuerense con la fotografía trata el último título de la sugerente colección Blow Up, “Salvador Dalí. Fotografía y delirio”, del gerundense Miquel Manzano, publicado recientemente por La Fábrica.

La vida de Salvador Dalí está inequívocamente ligada a tres lugares, conocidos como el triángulo daliniano: Figueres, Púbol y, por supuesto, Cadaqués. En un pequeño pueblo de su término municipal, Portlligat, residió una gran parte de su vida, y en ella podemos encontrar la Casa Museo Salvador Dalí, que junto con el Museo Dalí de Figueres, constituyen los dos centros artísticos más importantes que podemos visitar del pintor.
Cadaqués, considerado por algunos como uno de los municipios más bonitos de la península, gracias a su particular enclave –solo se puede llegar a él a través de una sinuosa carretera– fue la meca de muchos artistas del siglo pasado, en busca de un refugio de inspiración en algunos casos, de sosiego en otros. Duchamp, Miró, Picasso o Hamilton son solo algunos de los más célebres que frecuentaron Cadaqués, que, por aquel entonces, poseía una atmósfera de bohemia que para muchos es hoy solo un recuerdo.

Es en este bucólico escenario es donde se sitúa el protagonista de la exposición que nos ocupa: “Meli, Cadaqués, Dalí”. Hablamos de Melitó Casals, más conocido como Meli. Se estableció como fotógrafo en Figueres a finales de la primera mitad del s. XX, desde donde pudo conocer y retratar la sociedad ampurdanesa. Incansable y perseverante, no desaprovechó la oportunidad cuando se le presentó. Dalí necesitaba un fotógrafo y Meli no desaprovechó la ocasión: se plantó directamente en su puerta dePortlligat. Después de una interminable espera, el pintor surrealista finalmente apareció, haciendo gala de su extravagancia desde el primer momento. Pero aquello, para sorpresa del propio Dalí, no impresionó a Meli. Así lo relata su hijo, Jordi Casals, que cuenta cómo desde aquel primer encuentro surgió una relación especial.

Con el tiempo se hicieron amigos, y esa complicidad dio lugar a un colección de imágenes que hoy podemos disfrutar en esta exposición; hasta la fecha solo se podía visitar en el Museo de Cadaqués, a cargo de la Fundación Joan Vehí, que lleva el nombre de otro de los fotógrafos que también retrató a Dalí. Joan Vehí, natural de Cadaqués, fue, por cierto, uno de los primeros clientes de Meli.



En la exposición podemos ver también muchas otras instantáneas que realizó el fotógrafo durante casi cuatro décadas, entre los años 50 y 90 del siglo pasado, en la que retrata la vida de Cadaqués yPortlligat. Son un testimonio de un lugar único, como también lo es de sus fotografías de Dalí. Un total de 85 imágenes en las que Meli nos ofrece su punto de vista cercano, y que harán las delicias de los amantes de Dalí y Cadaqués.

Sin duda alguna, Meli consiguió captar la cotidianidad de Cadaqués, gracias a su perseverancia y esfuerzo. A través de su trabajo, se puede apreciar la transformación que ha vivido el pueblo y, por supuesto, el legado de Dalí, intrínsecamente ligado a este lugar.

La exposición se puede visitar hasta el próximo 15 de abril en el Wonder Photo Shop de Barcelona (Gran de Gràcia 1), que abandera el nuevo concepto de tienda que Fujifilm quiere desplegar. El espacio expositivo, recientemente inaugurado, cuenta con 250 metros cuadrados y, según sus responsables, está destinado a ser un espacio polivalente que pueda servir como lugar de encuentro para diferentes artistas.


