Angénieux R1 35 mm f/2,5 (1950) – El retrofoco llega a las SLR de 35 mm

El objetivo Angénieux R1 35 mm f/2,5 del año 1950 fue la primera de una serie de ópticas retrofoco –teleobjetivo invertido– que revolucionaron el campo de las ópticas angulares para las SLR de 35 mm.

El objetivo Angénieux R1 35 mm f/2,5 fue el primer angular que, en 1950, consiguió superar de manera efectiva la barrera de los 40 mm de focal que imponía el movimiento del espejo en las réflex monoculares (SLR) para película de 35 mm imperantes en la época. Ello fue posible gracias al diseño retrofoco o de “teleobjetivo invertido” que Pierre Angénieux aplicó por primera vez en ese territorio de las SLR mencionadas.

El Angénieux R1 35 mm f/2,5 muestra el gran diámetro relativo de su lente frontal, aquí montado sobre una Exakta Varex VX de 1951, la primera SLR para 35 mm con visores y pantallas de enfoque intercambiables © Valentín Sama
La lente posterior del objetivo angular Jupiter-12 35 mm f/2,8 para la telemétrica Kiev, queda así de cerca del plano focal: algo impensable en una cámara réflex monocular © Valentín Sama

En el entorno del año de su lanzamiento –1950– ya existían, como es natural, unos cuantos modelos de cámaras réflex monoculares (1) para película de 35 mm, pero las Exakta de Ihagee –pioneras de 1936– seguían reinando y, de hecho, en ese mismo año se presentaba la “Exakta Varex”, la primera SLR para 35 mm con visores y pantallas de enfoque intercambiables.

Pierre Angénieux con lo que parece ser una Alpa-Reflex II (1945-52) y probablemente un Angénieux 50 mm f/1,5 (1953), por lo que la imagen sería quizá del entorno de 1953 © Angénieux

Por eso, no es raro que ese primer angular retrofoco, el Angénieux R1 35 mm f/2,5, se comercializara de inmediato en montura Exakta. Para 1955 y 1957, estaban disponibles en esa montura las siguientes ópticas angulares retrofoco:

  • Angénieux R1 35 mm f/2,5
  • Angénieux R2 28 mm f/3,5
  • Angénieux R51 24 mm f/3,5

Todas ellas eran de diafragma manual, y coexistieron con las referencias P1 90 mm f/1,8Y12 90 mm f/2,5P2 135 mm f/2,5Y2 135 mm f/3,5 y P21 180 mm f/4,5, con el mismo tipo de diafragma. Posteriormente, se presentaron versiones con diafragma de preselección y diafragma automático, así como la referencia S21 50 mm f/1,5. Pero a todas esas ópticas les unía algo en común: diseño innovador y alta luminosidad, junto con alta calidad de construcción y de imagen.

Un poco de óptica… es mucho

Sin entrar en grandes profundidades, sí que conviene, no obstante, hablar un poco acerca del concepto del diseño retrofoco. Al igual que tantos otros desarrollos tecnológicos, una vez que están “ahí”, delante de nosotros, nos preguntamos más de una vez cómo es posible que no se hubiese llegado antes a ellos. La realidad es que, una cosa es la idea y otra el desarrollo hasta alcanzar un producto final viable.

Esquema óptico de un objetivo retrofoco en el que: L1 = sistema negativo (divergente); L2 = sistema positivo (convergente); H = segundo plano principal resultante; F = punto focal resultante; f = distancia focal resultante © HHahn (Own work) [CC BY-SA 3.0]

Pero el concepto del objetivo retrofoco es teóricamente sencillo: el empleo de una lente frontal –o grupo de ellas, normalmente dos o tres hoy en día– de carácter negativo o divergente, por delante de un grupo de lentes de efecto positivo o convergente (2); el principio óptico es que la citada lente frontal negativa genera una imagen virtual próxima del sujeto, que después es transferida al elemento sensible –película o sensor electrónico– por medio del grupo posterior de carácter positivo.

Ello nos permite desplazar los planos nodales para alcanzar lo deseado, que es una óptica cuya distancia al plano de la película/sensor –esto es, distancia de registro– es mayor que la que correspondería a esa óptica caso de no ser retrofoco. Esa mayor distancia nos “da juego” para usar –por delante del elemento sensible– espejos basculantes para visión réflex y quizá prismas u otros artilugios ópticos o mecanoópticos (3). En la práctica, es como si colocásemos una lente negativa, divergente, por delante de un objetivo convencional simétrico o casi simétrico de tipo “doble Gauss”.

Esquema del objetivo angular retrofoco Angénieux R1 35 mm f/2,5. Puede apreciarse la lente negativa anterior, y el grupo positivo posterior, un objetivo tipo “Doble Gauss” en sí mismo © Tamasflex (Own work) [CC BY-SA 3.0]

Como es natural, una cosa es tomar conciencia de las posibilidades del sistema y otra computar un objetivo para compensar en lo posible las aberraciones ópticas, a lo que –en el año 1950– se sumaba una dificultad adicional: los revestimientos antirreflejos eran todavía muy sencillos y por ello, emplear más de cuatro lentes en un esquema era tentar al maligno… y el R1 35 mm f/2,8 de Angénieux necesitaba de seis de ellas y nada menos que 10 superficies aire-vidrio. De hecho, para las focales de 28 mm y 24 mm de los Angénieux, se mantuvo ese límite relativamente conservador.

En el Zeiss Distagon 15 mm f/2,8 el diseño retrofoco se lleva al límite… la distorsión acecha © Zeiss

El diseño angular retrofoco supone tanto ventajas como inconvenientes y de nuevo simplificaré al límite para hacer un pequeño listado.

Pros:

  • La lente frontal negativa ayuda a reducir la curvatura de campo (curvatura de Petzval) y se consigue así una mayor planeidad de este
  • Esa lente permite aperturas máximas favorables
  • Resulta posible conseguir un diseño casi telecéntrico (menos viñeteo)

Contras:

  • Necesidad de emplear mayor número de lentes (coste, peso, problemas de centrado, flare…)
  • Debido a la notable asimetría del esquema óptico, se produce una muy importante tendencia a la distorsión en barrilete
  • Notable pérdida de rendimiento al pasar de infinito a distancias cortas

De hecho, podría decirse que el problema de la distorsión en las focales cortas (4) –ese tormento– aparece con la introducción de los angulares retrofoco. Hoy en día los diseñadores la combaten mediante la aplicación de lentes aesféricas, vidrios especiales, lentes flotantes y… argucias informáticas de ética discutible. Pero, tras esta introducción, vamos a hablar de esta pequeña joya histórica que hemos probado: una unidad del Angénieux R1 35 mm f/2,5.

Dos unidades del objetivo Angénieux R1 35 mm f/2,5, muestran pequeñas diferencias debido a sus distintas fechas de producción © Valentín Sama

Angénieux R1 35 mm f/2,5

Este objetivo, en la citada montura para Exakta, obedece a unas dimensiones de de Ø máximo 55 mm para un largo de 56,5 mm hasta la montura y 65 mm en total, siendo el peso de 257 g y el Ø para filtro de 52 mm.

El diafragma, de 12 palas, cierra de f/2,5 a f/22 sin clics, de forma enteramente manual, con una abertura de forma muy circular. La distancia mínima de enfoque es de aproximadamente 80 cm.

Detalle del diafragma del Angénieux R1 35 mm f/2,5 por su parte posterior: las 12 palas conforman una abertura muy circular incluso a f/8 © Valentín Sama

Del diafragma, llama la atención –además de la abertura razonablemente circular conformada por sus 12 palas– el hecho de que éstas van totalmente aceitadas, una práctica muy habitual en esa época, a fin de evitar la oxidación por influencia ambiental. En nuestras unidades esa grasa se mantiene perfectamente fluida y probablemente es responsable en parte del suave funcionamiento del mecanismo. El engrasado de las palas de los diafragmas se abandonó progresivamente con la introducción de mecanismos automáticos, así como de materiales de más baja fricción e incluso autolubricantes.

Sobre el sólido barrilete, se dispone de una escala de profundidad de campo completa, para todos los valores de abertura de diafragma, estando las indicaciones muy espaciadas, gracias a los aproximadamente 270 grados de giro de de la helicoidal para pasar de infinito a la distancia mínima de enfoque.

Los revestimientos antirreflejos son sencillos –todavía ni Carl Zeiss ni Pentax habían comenzado a aplicar los multirrevestimientos– pero en una primera aproximación parecen bastante eficaces, pues mirando a través de la lente frontal, vemos con claridad hasta el diafragma, bien entrado el fondo, estando ubicado tras la tercera lente de las seis que componen la óptica. Más tarde, fotografiando sobre el terreno, comprobaremos su comportamiento real.

Una Exakta Varex VX de 1951, coetánea del Angénieux R1 35 mm f/2,5 monta una versión más antigua del mismo. En la separada, podemos ver que –entre otros aspectos– los revestimientos antirreflejos eran distintos © Valentín Sama

La operación del objetivo es muy sedosa, con la fricción justa, tanto para el enfoque como para el diafragmado, y los acabados, soberbios, de calidad superior a lo habitual hacia esos años 50 del siglo pasado. Un barrilete enteramente metálico, combina partes en negro brillante con aros de ajuste en lo que parecer ser cromo mate.

Todas las indicaciones están grabadas y pintadas en plateado, pues en aquella época ni se contemplaban los baratos e inferiores serigrafiados tan comunes en la actualidad. En conjunto, el Angénieux R1 35 mm f/2,5 ofrece una alta sensación de calidad, merced a sus acabados, la alta densidad que se deriva de su relación entre el peso y las contenidas dimensiones, así como por las sensaciones táctiles derivadas de su manejo.

En estas dos unidades del Angénieux R1 35 mm f/2,5 podemos apreciar algunas diferencias peculiares. Así, en la de la derecha existe una doble escala de aberturas de diafragma © Valentín Sama

Hemos detectado una particularidad inesperada al comparar ambas unidades del Angénieux R1 35 mm f/2,5 más allá de la diferencia de revestimientos antirreflejos y es la presencia de una doble escala de valores de abertura de diafragma en la versión más antigua –a la derecha en la fotografía superior–. Ello se debe –entendemos– a que también el sistema de enfoque es diferente: en la versión más moderna –a la izquierda–, el frontal no gira con las variaciones de enfoque, mientras que en la antigua sí que lo hace. De esa forma, la doble escala es una “cortesía” hacia el usuario de la primera versión, ya que de lo contrario, a las distancias más cortas de enfoque, una única escala, quedaría fuera de la mirada normal del usuario.

El objetivo Angénieux R1 35 mm f/2,5 abrió el camino a los objetivos angulares y ultra-granangulares rectilineares disponibles actualmente para las réflex de “formato completo” (24×36 mm), y así existen en producción ópticas tales como los Samyang AF 14 mm f/2,8Sigma 14 mm f/1,8 DG HSM Art, Zeiss Milvus 15 mm f/2,8, Venus Laowa 12 mm f/2,8, e incluso un zoom como el Canon EF 11-24 mm f/4L USM.

Diseño asistido por ordenador, lentes aesféricas, vidrios especiales y multirrevestimientos y –por qué no decirlo– unas “ayuditas” de corrección por firmware en cámara, permitieron bajar hasta esas focales desde los 24 mm del retrofoco del Angénieux R51 24 mm f/3,5 de 1953. Todo ello, pensemos, con distancias de registro de 44 mm (Canon EF), 46,5 mm (Nikon FX), o 45,46 mm (Pentax K), siendo la de Exakta –como curiosidad– de 44,7 mm.

¿Es posible hacer un objetivo de 11 mm o 12 mm de focal, cuya montura esté separada hasta casi 47 mm del plano focal? ¡Desde luego, gracias al desarrollo del concepto retrofoco!

Muestras

Justo debajo, a una abertura de f/4, la nitidez sobre el punto enfocado es todavía bastante buena y el bokeh –aunque en 1950 todavía no se había puesto “de moda”– más que digno.

Angénieux R1 35 mm f/2,5 a f/4. En la exposición de Cualladó © Valentín Sama
Angénieux R1 35 mm f/2,5 a f/5,6. En la exposición de Cualladó © Valentín Sama

En la imagen anterior, sin embargo, una distorsión casi inapreciable y un limpio contraste para luces y sombras.

Angénieux R1 35 mm f/2,5 a f/5,6 © Valentín Sama

A la distancia mínima de enfoque de 80 cm –aunque no muy generosa– todavía se dejan hacer composiciones dinámicas. Al ajuste de f/5,6 el diafragma de 12 palas ofrece un bokeh más que decente, al tiempo que la nitidez en las esquinas deja muy poco que desear. Casi nos olvidamos de que estamos ante un diseño pionero de 1950…

Una comparación… ¿perversa?

No hemos podido resistir a la tentación de realizar una travesura, y por tanto hemos realizado unas tomas comparativas con dos ópticas de parámetros de focal y luminosidad casi idénticos, pero separadas en tecnología por 64 años: el Angénieux R1 35 mm f/2,5 de 1950 que nos ocupa y un flamante Leica Summarit-M 35 mm f/2,4 Asph. de 2014, de los que ofrecemos una tabla comparativa.

Un Leica Summarit-M 35 mm f/2,4 Asph. junto a un Angénieux R1 35 mm f/2,8: 64 años de tecnología les separan © Valentín Sama
MarcaAngénieuxLeica
ModeloR1 35 mm f/2,5Summarit-M 35 mm f/2,4
Focal35 mm35 mm
Apertura máxima/mínima2,5/222,4/16
Numero de palas129
OperaciónManual, sin clicsManual, en medios clics
Lentes/grupos6/56/4
Vidrios especialesNegativoHR, AD
Lentes aesféricas/superficiesNegativo1/2
RevestimientosSimplesMúltiples
Distancia mínima de enfoque80 cm80 cm
Diámetro55 mm52 mm
Largo56,5 mm33,9 mm
Diámetro de filtro52 mm46 mm
Peso257 g197 g
Monturas disponiblesExakta, M42 y otrasLeica-M codificada a 6 bit
Precio800 € / Exacta; 2.000 € / M42 (eBay)1.850 € (catálogo)
Leica Summarit-M 35 mm f/2,4 Asph. © Leica Camera AG

Aunque aparentemente el esquema del pequeño objetivo de Leica es muy diferente del correspondiente al Angénieux R1, si miramos con más detenimiento veremos que sigue una filosofía similar en lo fundamental: un elemento frontal cementado de dos lentes tiene un efecto global negativo (divergente) y su imagen es “negociada” hacia el plano focal por un conjunto de cuatro lentes –un objetivo– de efecto global positivo; la cuarta lente (negativa) es la aesférica. El empleo de vidrios de alto índice de refracción (HR) y de dispersión anómala (AD), sumados a la lente aesférica, permite una construcción muy compacta.

Nota: todas las imágenes han sido tomadas mediante una cámara digital de 24 Mpx. y se muestran sin postproducción ni aplicación alguna de perfiles de objetivo. Las tomas en color son conversiones directas de RAW a JPEG y las monocromas, directas desde cámara.

Angénieux R1 35 mm f/2,5 a f/2,5 © Valentín Sama
Leica Summarit-M 35 mm f/2,4 Asph. a f/2,4 © Valentín Sama
Angénieux R1 35 mm f/2,5 a f/11 © Valentín Sama
Leica Summarit-M 35 mm f/2,4 Asph. a f/11 © Valentín Sama

Al comparar las imágenes de control, pronto saltan a la vista dos diferencias: por un lado, la tonalidad más cálida del Angénieux frente a la bastante fría del Summarit y, por otro, que este último ofrece un mayor ángulo de toma que el objetivo galo. Si miramos con atención el bordillo de la parte inferior, quizá podamos llegar a apreciar que la distorsión –siendo muy baja– es algo mayor para el Leica Summarit-M que para el veterano Angénieux R1. Sin embargo, el viñeteo a plena apertura es mayor en la creación de Pierre Angénieux.

A plena apertura no debiera ser sorpresa que la imagen del Leica Summarit-M ofrezca mayor calidad y contraste general, diferencia –la primera– que se aprecia sobre todo hacia los bordes y las esquinas… pero sí que sorprende la buena calidad general que exhibe el R1 de Angeniéux.

Ofrecemos los valores a f/11 tras constatar que no hay pérdidas apreciables por difracción entre f/8 y f/11 y es para esos valores de abertura de diafragma cuando realmente brillan los dos objetivos. La diferencia principal a favor del Leica Summarit-M es la excelente corrección de las aberraciones cromáticas, pero salvo en ese aspecto, en nuestra opinión el Angénieux R1 podría imponer un serio correctivo a alguna que otra óptica moderna si a esta última le capamos las correcciones “silenciosas” por firmware. Podemos comentar que ya a f/5,6 se producen mejoras importantes de calidad de imagen tanto para el Angénieux R2 35 mm f/2,5 como para el Leica Summarit-M 35 mm f/2,4 Asph., con casi total corrección de trazas cromáticas para este último.

Conclusiones

Como era de esperar el Leica Summarit-M 35 mm f/2,4 Asph. –aún no ocupando la escala superior de los objetivos Leica-M– ofrece una soberbia corrección óptica –sin ayudas informáticas– en un “paquete” extremadamente compacto, lo que lo hace muy apetecible. Está claro que las superficies aesféricas, junto con los vidrios especiales, bajo un montaje de precisión exquisita, permiten “hacer bien los deberes”.

Por su parte, el Angénieux R1 35 mm f/2,5 es un objetivo que merece un puesto de honor en la historia de las ópticas para las cámaras réflex monoculares para 35 mm, y no solo por haber sido el primer retrofoco, sino –especialmente– por su gran rendimiento de imagen y calidad de construcción, ya que aún hoy día, 67 años después de su creación, y sin apoyo de corrección alguna por firmware, podría plantar cara a unas pocas ópticas modernas. No es de extrañar la predilección que sienten los expertos en cinematografía por las ópticas actuales de Angénieux para esas aplicaciones, en las que se ha especializado junto con aquellas científicas e industriales.

Catorce años en blanco

Ahora bien, los más expertos conocen que los objetivos retrofoco se aplicaron en cinematografía, ya hacia 1930/1931 en las cámaras para Technicolor, que empleaban simultáneamente tres tiras de película de 35 mm, y esa mayor distancia de registro era precisamente necesaria para acomodar el prisma divisor de rayos que dirigía determinadas longitudes de onda (colores) hacia cada tira de película.

Un objetivo retrofoco frente al prisma divisor de rayos de una cámara tricromática para Technicolor. El diseño retrofoco ofrece espacio para el prisma incluso con focales cortas, merced a la mayor distancia de registro.

Por tanto el importante papel histórico que corresponde a Pierre Angénieux no es el de inventor del objetivo retrofoco, sino el del primero en haberlo aplicado para objetivos angulares en cámaras para formato 24×36 mm sobre cámaras SLR de 35 mm. Aunque a primera vista pudiera representar un cierto misterio el hecho de que transcurrieran aproximadamente 14 años desde la introducción de la Kine Exakta, la primera de esas SLR y la introducción del Angénieux R1 35 mm f/2,5, el primer objetivo en su clase, teniendo en cuenta que la tecnología estaba ya –desde 1930– al alcance de la mano, podría haber una explicación bastante dramática: la explosión de la Segunda Guerra Mundial, que se desarrolló desde 1939 a 1945, además, con una Francia ocupada (5).

Probablemente fuese el factor determinante para ese retraso, quizá muy por encima de dificultades de diseño por el hecho de que el fotograma a cubrir fuese de 24×36 mm en lugar de los 16×22 mm del fotograma cinematográfico del Technicolor o por cuestiones de patentes.

Puesto que “con la cinematografía hemos topado”, hemos consultado todo lo relacionado con esas ópticas “de cine”, con Julio Gómez, el mayor experto en ese ámbito. Estas son sus conclusiones.


(1) Además de la Kine Exakta (1936) y la Exakta Varex (1950), teníamos –entre otras– la Alpa Bolca I (1942), Praktica (1949), la Asahiflex (1951) y Pentacon Contax D (1952), la primera SLR con pentaprisma incorporado de forma fija. De la “Sport” soviética (1936) hablaremos otro día.

(2) Un poco de “óptica rápida para dummies”: a grandes rasgos, una lente negativa o divergente es más delgada en el centro que en los bordes y una convergente, lo contrario. Con una de estas últimas, hacemos converger los rayos de luz en un punto y por eso con un trozo de vidrio roto que resulte en lente convergente, se puede declarar un incendio forestal al concentrar en un punto los rayos del sol, a modo de lupa. Un grupo de lentes puede resultar en convergente o divergente según el carácter combinado de sus elementos. Las personas miopes necesitan de lentes divergentes para su corrección y las hipermétropes… convergentes.

(3) En el caso de las cámaras digitales de Olympus y Panasonic para Cuatro Tercios y Micro Cuatro Tercios, ese espacio adicional brindado por las ópticas retrofoco permite albergar el eficiente sistema de prevención contra el polvo por medio de ultrasonidos.

(4) En el caso de algunas SLR de formato medio, el gran tamaño del espejo impone que –en ocasiones– el objetivo estándar deba ser ya de tipo retrofoco. Es el caso del 90 mm para las Mamiya RB 67 y RZ 67.

(5) Angénieux disponía–además de la de París– de una sede en Saint-Héand, en la llamada “Francia libre”, bajo el régimen de Vichy.

8 Responses

  1. ¡¡Pedazo de artículo!!….. y desempeño de trabajo hecho con esmero, “exquisito platillo gourmet” para disfrutar despacio, aderezado con unas imágenes abundantes y generosas en tamaño (al más puro estilo de Ken Rockwell, y me quedo corto). Gracias a lo cual he podido observar al detalle una por una de las fotografías de muestra. No encontrando diferencias algunas que se salgan de las explicadas (pese a lo tiquismiquis que reconozco que soy).

    No tenía ni idea del tema del retrofoco aplicado, y ya existente en las cámaras de filmación, y cuya utilidad era la de poder hacer separación de color, mediante prisma, usando simultáneamente nada menos que tres bobinas de treinta y cinco mm (no quiero saber el peso y los esfuerzos requeridos para hacer mínimamente operativa la filmadora).

    Gracias Valentín, artículos como éste, consiguen que los Lunes, nos parezcan la llegada del Viernes 🙂 .
    Un abrazo.

    Juan Antonio Ruiz.

    1. Gracias por tus amables palabras, Juan Antonio. La verdad es que hay artículos que apetece escribir y eso se debe notar en el resultado final. No es menos cierto que ahora, gracias al magnífico trabajo del equipo de Albedo Media, dispongo de más tiempo para dedicar a mis artículos y eso permite investigar más. También se debe notar. El próximo lunes podréis ver publicado un estupendo artículo de Julio Gómez, preparado amablemente en complicidad, en el que explica todo lo relacionado con el retrofoco en relación a la cinematografía… y algún campo de relación desconocida y jugosa. Y hasta ahí puedo leer…

      1. Aunque lo que siempre me atrajo fue la foto fija, estaré ojo avizor (no paro de llevarme sorpresas), al igual que los que siempre no hemos sentido atraídos, y hemos logrado hacer de nuestra afición, nuestra profesión, conservando siempre la afición, que al fin y a la postre, es la madre del resultado de hacer un trabajo digno y de calidad…. 🙂 .
        En lo que a mi respecta; no encuentro palabras para de alguna forma, poder agradecer con éstos aportes, el retrotraerme a mi juventud inquieta por éste noble arte.

        Ahora estoy inmerso con las pequeñas reformas en el estudio, de cara a la campaña de las comuniones, que ya las tenemos encima, pero siempre hay un “hueco” para disfrutar visitando virtualmente, lo que antaño visitaba solo una vez al mes… en el kiosko, claro.

        Desde luego la palabra GRACIAS, aún escrita con mayúsculas, se queda pequeña…

        Nuevamente, un afectuoso abrazo, y reconocimiento al trabajo bien hecho.

        1. Gracias por tus amables palabras. Es un placer saber que lo que uno escribe con gusto y pasión “llega”… Un abrazo.

  2. Buenas tardes D. Valentín,
    Estupenda lección de óptica,unida a las magníficas reflexiones sobre la Exakta y sus objetivos!!
    Estos artículos suyos invitan a sacar a “pasear” (con película), las viejas cámaras olvidadas en nuestros cajones.
    Se me ocurre una cuestión, ¿se pueden fotografiar las imágenes virtuales, que si no recuerdo mal se definían por no poderse capturar en pantalla?
    Es fácil obtener una imagen de este tipo, utilizando los espejos de aumento para el cuarto de baño y separándose a la distancia adecuada. Veremos una imagen tridimensional del rostro que parece estar flotando en el aire y naturalmente invertida, pero que no se deja capturar fácilmente.
    Gracias.

    1. Todavía recuerdo mis prácticas en la asignatura de física/óptica para la carrera de biología que –entre otras– jamás terminé, cuando tenía que mover lentes hacia delante y hacia atrás, tratando de “cazar a ojo” una imagen virtual, cosa que nunca conseguía Una “imagen aérea”…¡que bonito término!
      Luego, más adelante, a través de los equipos de Olympus OM, descubrí que se podía conseguir algo parecido a través de una pantalla totalmente clara, transparente pero con un retículo central en el cual “anclas” tu mirada. Un hábil y sutil juego de cabeza te permite saber si esa imagen aérea está en al mismo plano o no…desde luego es para expertos.
      Yo pienso que para atrapar una imagen virtual hay que hacer que “se estrelle” contra un esmerilado…dejando de ser virtual.
      Ignoro si con los avances de la nanotecnología y la informática se pueda hacer algo.
      ¡Mecáchis! Tengo que estudiarlo. “Back to school”

  3. Magnífico artículo y documentación, felicidades. Es muy “curioso” que el Asahi Auto Takumar 35mm f/2,3 comparta diseño óptico con el Angenieux retrofocus R1 35mm f/2,5 pero con 9 años de diferencia. Sería muy interesante saber qué ocurrió exactamente entre la compañía francesa y la japonesa Asahi.

    1. Gracias por sus amables palabras y aportación, Jose Luis. La verdad es que no había caído en la similitud entre el Auto Takumar y el Angénieux R1. Voy a ver si tengo el Auto Takumar que cita, para estudiarlo; creo que tengo el 28 mm, pero no estoy seguro de tener el 35 mm. Saludos.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Los comentarios en esta página pueden ser moderados; en tal caso no aparecerán inmediatamente al ser enviados. Las descalificaciones personales, los comentarios inapropiados, de extensión desmesurada o con demasiados errores ortográficos podrán ser eliminados. Asimismo, en caso de errores considerados tipográficos, el editor se reserva el derecho de corregirlos antes de su publicación con el fin de mejorar la comprensión de los mismos. Recordamos a los lectores que el propósito final de este medio es informar, no dar soporte sobre dispositivos o problemas particulares; en este último caso, aconsejamos contactar con el correspondiente servicio de atención al cliente del fabricante.