Después de varias semanas de convivencia, muchas pruebas y diferentes líneas de trabajo –el escenario de confinamiento impone una dosis extra de imaginación– publicamos nuestro primer análisis del Huawei P40 Pro, el último terminal de gama alta de la serie fotográfica de la multinacional china.

Siguiendo la estela del modelo anterior –Huawei P30 Pro– la renovación de gama sigue fiel al uso de múltiples módulos de cámara para un obtener un desarrollo focal variable sin aumentar en exceso el grosor del conjunto. En el extremo angular monta una óptica de 18 mm equivalentes, con un captor de 40 Mpx. La óptica principal aloja una distancia focal de 23 mm equivalentes para un captor de 50 Mpx y gran tamaño para el territorio móvil, 1/1.28″. El extremo ‘tele’ viene de la mano de una óptica de 125 mm equivalentes del tipo periscopio para un sensor de 12 Mpx. Todas las posiciones intermedias entre estas tres ópticas fijas se realizan a través de interpolaciones entre los diferentes módulos de imagen, con especial atención a la información arrojada por el captor principal de 50 Mpx como veremos más adelante.
Con algo de creatividad y echando mano de la confusa nomenclatura impuesta, podríamos contemplar esta solución de ópticas múltiples como un solo objetivo ‘zoom’ –sin serlo técnicamente– bajo el nombre Leica Vario-Summilux-H 18-125 mm f/1.8-3.4 Asph.

Somos conscientes de que es imposible luchar contra la industria, sus modas y caprichosa taxonomía. No obstante, cada vez que probamos un nuevo terminal móvil, nos parece menos certero aplicar nomenclaturas estrictamente fotográficas a dispositivos que usan criterios muy diversos para obtener sus imágenes; quizás haya que empezar a buscar nombres nuevos para estos escenarios ignotos. Sí, somos conscientes: fotografía computacional no tiene demasiado glamour, pero al menos en concepto es más correcto que las incoherencias que vemos bajos las fichas técnicas de las marcas y muchos de los artículos vertidos con grandilocuencia sobre la red.
Debido al alto grado de interacciones entre los diferentes módulos de imagen de este terminal y lo críptico que son sus procesos de interpolación o interpretación, es confuso saber con certeza cómo se construyen internamente algunas de las imágenes que vamos a mostrar. Para rebajar ese margen de error, hemos optado por recorrer el camino inverso: refutando o confirmando las características oficiales a través de las imágenes realizadas y alguna que otra prueba divertida.
Prometemos, por lo tanto, ubicarnos con prudencia entre la experiencia y la incertidumbre. Siguiendo las recomendaciones de salud mental en tiempos de confinamiento para redactores especializados, las pretenciosas fórmulas de marketing y los prejuicios naftalínicos de la vieja escuela quedan fuera de este análisis.
Muestras
El último terminal fotográfico de Huawei es un dispositivo elegante con acabados acordes a la gama que le pertenece; tampoco podríamos esperar menos por un equipo de 1.000 €. En la parcela fotográfica vemos las mismas carencias ergonómicas que tienen otros móviles de gran tamaño. Tras horas de manejo, resulta un poco ortopédico si estás acostumbrado a usar cámaras habitualmente, no esperes aquí nada parecido a un grip. Pasado este pequeño bache y respetando la lógica de un equipo multidisciplinar, confirmamos que es muy cómodo hacer fotografías callejeras con el Huawei P40 Pro.
Los sistemas de AF por detección de fase y todos los algoritmos que gestionan la exposición, nitidez y latitud de la escena de manera automática hacen muy sencillo el proceso. El ejercicio de fotografiar se beneficia, además, de la invisibilidad propia de ser uno más con un móvil en las manos, haciendo fotos, aunque sea en la eterna cola de un supermercado.
Como suele ser la norma en este terreno móvil, las imágenes están más procesadas de lo que nos gustaría, pero justo esa es la clave del éxito de muchos de los terminales de gama alta: ofrecer un archivo final listo para compartir de manera inmediata, a gusto del usuario potencial. Por mucho que nos pese, intuimos que el pequeño colectivo de fotógrafos/as no forma parte de este criterio, al margen de que cada vez encontremos más proyectos fotográficos realizados con terminales móviles.
La óptica ‘ultra angular’ equivalente a 18 mm ofrece una perspectiva muy dinámica con algunas concesiones en la geometría de la imagen. Para este nivel de exigencia la distorsión, de hecho, no es tan acusada como en otros dispositivos de gama alta obsesionados con bajar la cifra de su óptica ultra angular hasta rozar la estética del ojo de pez.
Nos han gustado los resultados conseguidos con el ‘tele’ corto, equivalente a 125 mm, sobre todo cuando la imagen se hace realmente con esa óptica y no con el módulo principal mediante un recorte del sensor. La suma de módulos de imagen y señales se da por omisión en todos los modos automáticos, especialmente en las imágenes capturadas a 125 mm (5x), donde muchas de las fotografías son en realidad tomadas por la óptica de 23 mm y captor de 50 Mpx. Indagaremos en este aspecto más adelante.
Sobre los 50 Mpx del captor principal, una resolución que pasaría por ser astronómica en cualquier cámara con captores mucho mayores, no debemos de olvidar que esa resolución solo tiene sentido para agrupar píxeles. La estructura Quad Bayer está pensada para resolver varias funciones mediante pixel binning, sumando la información de varias fotocélulas… y aquí está gran parte del interés tecnológico de estos equipos móviles con orientación fotográfica.




Huawei Pro 40 – 23 mm (equiv.) – f/1,9 – 1/320 s – ISO 50 © Albedo
Atendiendo a ese criterio, verificamos como la máxima calidad del captor principal se ubica en la toma ‘agrupada’ en automático a 12 Mpx y no en la captura de ‘alta resolución’ de 50 Mpx, mostrando una imagen más grande pero menos nítida debido a la interpolación cromática extra necesaria para interpretar esa pauta a la máxima resolución.
Las tres ópticas y sensores manipulan la señal a su antojo a través de diferentes procesos de interpretación y sinergias recíprocas. El hardware se pone al servicio del software revertiendo el criterio convencional. No es de extrañar que detrás de tantos cálculos encontremos un terminal más potente que algunos portátiles, pues ahí reside su verdadera capacidad.
Tanto en las pruebas realizadas como en las que tenemos en ejecución hemos detectado importantes cambios en la focal efectiva y drásticas –pero efectivas– correcciones geométricas. Bajo esa cooperación entre módulos de imagen, la ampliación de la nitidez y latitud es notoria, de la misma manera el uso del apilamiento de imágenes genera beneficios considerables en la relación de señal/ruido en escenas nocturnas sin necesidad de trípode. El porcentaje de intervención es tan alto que merece la pena replantearse si esto es una ‘corrección digital’ o estamos ante el campo experimental de una técnica fotográfica donde todas estas mejoras se den por omisión.
Estas correcciones digitales no son nuevas, ni tan siquiera para el sector fotográfico más tradicional. No obstante a la vista de la enorme capacidad de procesado de estos terminales móviles creemos que son clave de cara a predecir posibles avances en la industria, lo que nos lleva directos a la siguiente prueba.
Fotografiar bajo el algoritmo
Queriendo indagar sobre la capacidad de intervención entre los diferentes módulos de imagen (óptica + captor + procesador) y condicionados por la opacidad del proceso para el usuario, hemos decidido eliminar variables para contrastar los resultados.
Tenemos tres ópticas con tres captores diferentes, una suerte de procesador unificado y un bodegón con los suficientes retos para definir que está haciendo en cada ocasión. Solo faltaría discriminar cada módulo de imagen para ver en qué áreas contribuye o no a la gestación de cada archivo. Un poco de fieltro negro y los restos de una tarjeta de visita abandonada han sigo suficientes para construir la herramienta de medición científica definitiva: el parche óptico.

Gracias a esta innegable aportación al mundo del análisis de la imagen digital –sí, es cierto, el confinamiento está haciendo estragos en nuestras cabezas– nos ponemos manos a la obra. Todas las fotos se han realizado siguiendo la misma secuencia por cada módulo de imagen: Primera toma en JPEG modo Auto, segundo disparo en JPEG Manual –modo profesional en el terminal– y tercer disparo en RAW. Después se procede a realizar las imágenes discriminando los dos módulos de imagen que no están en uso en cada caso gracias a nuestro maravilloso parche óptico.
En apoyo a facilitar el entendimiento de la prueba, por cada bloque de análisis adjuntamos también una animación entre los modos Auto y su versión RAW. De esta manera es más sencillo cruzar los datos entre los parches escogidos al 100% en las tablas comparativas y las diferencias generales de cobertura, exposición y balance de blancos.
La versión RAW de la óptica ultra angular tiene severas trazas ópticas, ante todo un notorio viñeteo que alcanza casi el centro de la imagen, proyectando una pérdida de luz considerable sobre los bordes y esquinas del fotograma. También es patente cierta distorsión geométrica. La corrección digital de ambos problemas en las versiones JPEG Auto y Manual es excelente.


Entrando a detalles más finos, hay matices a favor de la versión en Auto con todas las ópticas libres operativas. Muestra una mejor relación de nitidez, gama tonal y balance de blancos. La versión más floja es –con mucha distancia– el RAW, llegando a cotas inaceptables en las esquinas del fotograma. Sin poder certificar más allá, es probable que los buenos resultados obtenidos en la versión automática tenga en cuenta parte de la información del resto de módulos, dado que es claramente la mejor versión de todas en términos de calidad global.
Al pasar a la óptica principal de 23 mm equivalentes y sensor de 50 Mpx nos hemos encontrado con varias sorpresas. La primera y más importante es el cambio de focal efectiva.
La versión JPEG tanto en Auto como en Manual realiza un recorte aproximado a una focal de 27 mm equivalente, la cobertura extra original no la veremos en pantalla. Al abrir el respectivo RAW no daremos cuenta de la cobertura real, además de confirmar un visible viñeteo y distorsión geométrica.

Todo ello vuelve a solucionarse verdaderamente bien a golpe de algoritmo; por contra no veremos en esta ocasión una mejora importante desde los ajustes automáticos hechos con todas las ópticas operativas respecto a las versiones discriminadas con parche óptico. Creemos, y aquí tenemos que ser cautos, que al ser la óptica y captor principal es la que más apoya al resto y por ende la que menos beneficio recibe de otros módulos de imagen –ultra angular / ‘tele’–.
Como novedad en esta tabla se incorporan las versiones de archivo a 50 Mpx, tanto en su versión JPEG Manual como RAW.

La óptica de 125 mm equivalentes merece un apartado especial, pues ha sido el bloque con más cambios de todos los analizados. La versión global muestra importantes diferencias de composición y estética de imagen entre las versiones RAW y JPEG. Todas las imágenes se han realizado con un robusto trípode y temporizador, por lo que ese desplazamiento en la composición tenía que atender a otra índole.


Después de revisar con lupa los archivos, todos los metadatos y nuestras propias anotaciones, la pista definitiva vino de la mano de las capturas con parche óptico. Al tapar la óptica principal –23 mm equivalentes– mientras fotografiamos en automático a 125 mm equivalentes –5X– no obteníamos imagen alguna. Esto corrobora que en esta ocasión las imágenes realizadas en Auto a 5X con todas las ópticas operativas se han realizado en realidad mediante un recorte del sensor principal, por ello al tapar la óptica equivalente a 23 mm no vemos ninguna imagen.
Curiosamente esto no ocurre en todas las ocasiones y aún no hemos podido determinar los criterios exactos en los que empieza a usar una u otra óptica en modo automático. El autoenfoque fue mucho más veloz en la versión automática que en los modos manuales o RAW. Parece lógico que así sea dado que la óptica tele en configuración periscopio es la más lenta de todo el conjunto en términos de AF, algo que confirma definitivamente el proceso interno de suplantación de imágenes.

En este caso, la mejor versión de todas las testadas ha sido la combinación de JPEG Manual, otorgando una calidad de imagen muy interesante para un tele corto embutido en formato periscopio dentro de un terminal móvil. Curiosamente, la versión JPEG Auto que está mucho más procesada y ausente de nitidez cuenta con una mayor latitud.
Conclusiones
Como marcamos al inicio, ante la goma elástica que representa poner a prueba un terminal móvil y su idiosincracia técnica, hemos preferido ser cautos. Evitamos todas las referencias edulcorantes provenientes del mundo del marketing, todas esas redes neuronales e inteligencia artificial que parece aplicarse a todos los tecnológico de manera un tanto laxa. Tampoco hemos hablado sobre los sensores de tipología RYYB ni hemos aplicado caducos prejuicios de la fotografía más pura. Nos hemos ceñido a repensar sobre lo que vemos tratando de protocolizar una de las muchas comparativas de calidad posibles.
Estamos trabajando en una segunda batería de pruebas técnicas comparativas con el modelo anterior –Huawei P30 Pro– bajo términos de señal/ruido de sus respectivos módulos de imagen principales. Toda esta atención por nuestra parte no indica que los terminales móviles sean la panacea fotográfica. En términos estrictos de calidad este Huawei P40 Pro no llegaría a alcanzar la calidad de una cámara compacta de gama media/alta mucho más económica. Entonces… ¿Por qué nos resulta tan interesante?
Un móvil de gama alta tan capaz y potente obviamente no solo se comprará para hacer fotos, de la misma manera que no todas las fotos requieren de una cámara profesional. Existen un amplio abanico donde el territorio móvil se mueve con soltura, elenco que no dejará de crecer año tras año.
A nuestros ojos lo que nos parece más llamativo, y de ahí nuestro interés y esfuerzo por descifrarlo, es el posible cambio de paradigma que pueden imponer esta tendencia de intervención digital, de preponderancia del software frente al hardware, hacia las marcas fotográficas tradicionales. La transferencia no será inmediata ni creemos en los relatos de suplantación de cámaras por móviles, al menos por el momento. Sí parece pertinente augurar que el camino trazado por la fotografía computacional será seguido por muchas otras marcas en cuanto vean más clara la estrategia, adaptando todos los elementos físicos y avances de software a cada escenario y grado de exigencia.
2 Responses
Una muy buena prueba. A la altura que nos tiene acostumbrado esta publicación. Para leer y reflexionar sobre uno de los posibles senderos de la fotografía. Lástima que haya que esperar por la segunda parte, ja.
Estimado Gustavo, la situación actual es difícil de resumir en pocas palabras. Intentamos navegar este nuevo territorio bajo una financiación exigua –las marcas no están en su mejor momento– tratando de cumplir con nuestros objetivos personales. Estoy convencido que este reto hará más visible el compromiso con nuestra audiencia. Tenemos en mente grandes series de contenidos sobre diferentes líneas de investigación, bajo estas circunstancias iremos algo más lentos pero con paso seguro. Si nada se tuerce por el camino publicaremos la segunda parte de esa prueba la semana que viene. Un fuerte abrazo, ánimo y mucha salud.