Tras la introducción, en el año 1950, de los primeros objetivos angulares retrofoco para cámaras réflex monoculares de 35 mm por parte de Angénieux, se inicia una carrera, por parte de la mayoría de los fabricantes, para llegar incluso más allá de lo que ofrecía el propio fabricante galo, con sus R1 35 mm f/2,5; R2 28 mm f/3,5 y R51 24 mm f/3,5.
Así, la poderosa Carl Zeiss Jena, ya perteneciente a la DDR –Deutsche Demokratische Republik o “Alemania Oriental”– consigue desarrollar, para 1960, el primer gran angular para cámaras réflex monoculares (SLR) de 35 mm capaz de abarcar un ángulo de toma de 93º: el Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/4; una óptica extraordinaria para la época. Este objetivo, en distintas monturas y variantes, fue reemplazado por el Flektogon 20 mm f/2,8 MC hacia 1978-1979.
Como no podía ser de otra forma, en la URSS, con la desvergüenza autárquica que les caracterizaba, también estas ópticas fueron objeto de escrutinio, observación y plagio –sin abonar derecho alguno– y el resultado fue el interesante Zenit MIR 20 mm f/3,5 (1) en montura de “rosca universal”, un objetivo que estuvo en producción desde 1973 hasta 1996.

Os ofrecemos una comparativa de estas dos ópticas, espectaculares en su tiempo –e incluso ahora–, que son ejemplo de hasta qué extremos se pudo llevar el concepto retrofoco una década después de su incorporación al territorio de las réflex monoculares para película de 35 mm. Incluimos también, como referencia, el Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/2,8, una evolución del primer modelo.
La tabla de especificaciones nos permite observar diferencias y… alguna que otra sospechosa similitud:
Fabricante | Carl Zeiss Jena | Carl Zeiss Jena | KMZ/ZENIT |
Objetivo | Flektogon 20 mm f/4 | Flektogon 20 mm f/2,8 | MIR-20M |
Focal | 20 mm | 20 mm | 20 mm |
Ángulo de toma (nominal) | 93º | 93º | 93º |
Apertura máxima/mínima | 4/22 | 2,8/22 | 3,5/16 |
Numero de palas | 6 | 6 | 6 |
Operación | Automática, con medios clics | Automática, con medios clics | Automática, con medios clics |
Lentes/grupos | 10/6 | 9/8 | 9/8 |
Vidrios especiales | Negativo | Negativo | Negativo |
Lentes aesféricas/superficies | Negativo | Negativo | Negativo |
Revestimientos | Simples | Múltiples | Simples/Múltiples (versión MC) |
Distancia mínima de enfoque | 16 cm | 19 cm | 18 cm |
Diámetro | 82 mm | 73 mm | 92 mm |
Largo (sin/con montura) | 50/59 mm | 47/54,5 mm | 54/60 mm |
Diámetro de filtro | 77 mm | 67 mm | 77 mm (posteriores de 27 mm) |
Peso | 326 g | 313 g | 470 g |
Monturas disponibles | Exakta/Praktina | Rosca M42/Praktina | Rosca M42/Pentax K/Nikon F/KIEV |
Precio aproximado (eBay) | 300/450 € | 330/480 € | 170/280 € |
Producción (aprox.) | 1960-1978 | 1979-1990 | 1973-1996 |
Se dice que el MIR-20, en sus distintas variantes, está “inspirado” en el Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/2,8 aunque “con modificaciones”, y ello resulta evidente, no solo por la apertura máxima a f/3,5 en lugar de f/2,8, sino por la enorme diferencia de diámetro de la lente frontal (2). Soy de la opinión –también en base a las fechas de “coexistencia” en la producción de las tres ópticas– de que los ingenieros de la URSS se inspiraron tanto en la versión f/4 como en la f/2,8, tomando de aquí y de allá, según los vidrios ópticos y la tecnología disponible en cada momento por parte de los soviéticos.
Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/4
La unidad probada aquí corresponde a la tercera versión (3) y se caracteriza visualmente por los anillos en aluminio moleteado brillante para los mandos de enfoque y de ajustes de abertura de diafragma. Este es automático de preselección, de tal forma que desde la máxima apertura de f/4 se cierra automáticamente a la preseleccionada al pulsar el botón que interconecta con el propio del disparador de las Exakta a las que va destinado.
De esa forma, el cierre al valor de trabajo y el disparo se suceden prácticamente sin solución de continuidad ya que –mediante un tornillo ubicado en la parte inferior– podemos personalizar el corto recorrido entre la primera acción y la segunda. Igualmente, mediante un giro del mando de cierre, podemos dejar la abertura del diafragma bloqueada en la posición de cerrado.

El diafragma de seis palas ofrece una forma… hexagonal, siendo el acabado de estas muy brillante, al –mal– estilo de la mayoría de los mecanismos de los objetivos de la DDR de la época. El ajuste de los clics –también en puntos intermedios– es claro, pero con un sonido más bien “barato”.
En lo que respecta al enfoque, resulta espectacular por las posibilidades de la distancia mínima accesible que es tan solo 16 cm (4). Con una gran suavidad a lo largo de un arco de aproximadamente 260º, es de gran progresividad y naturalmente permite perspectivas muy dinámicas si colocamos sujetos en muy primer plano. A f/22, la detallada escala de profundidad de campo nos indica que gozaremos de un valor que se extiende desde infinito hasta 28 cm, aproximadamente.

El bello esquema técnico del Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/4 –aquí en su versión para montura de bayoneta Pentacon/Praktina– nos deja ver la configuración óptica “retrofoco extremo”, de 10 lentes distribuidas en 6 grupos. Sin lentes aesféricas –estamos en los años 60/70 del siglo pasado– el nivel de corrección de la distorsión es más que notable. El barrilete y componentes mecánicos internos son todo en metal, naturalmente…
Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/2,8 MC
La unidad que mostramos es –a diferencia de la anterior– en montura de rosca M42, para Praktica, Pentax, Mamiya, Ricoh, Yashica, Zenit, y un sinfín de cámaras que gozaron de esa montura en rosca “universal”. Nuevos vidrios ópticos y, sobre todo, los multirrevestimientos antirreflejos, permitieron ofrecer un punto más de luminosidad y –como se ve ya a primera vista– una mayor compacidad.
Ahora bien, esas dimensiones más contenidas lo son más en lo que concierne a las partes mecánicas, ya que la lente frontal es de prácticamente el mismo diámetro, y la lente posterior de diámetro mayor en la versión f/2,8 que en la versión f/4 (5). En la tabla de características podemos comprobar que la diferencia de peso es mínima.

Características del sistema de enfoque y del diafragma son casi idénticas a las del Flektogon 20 mm f/4, salvo que la escala de ajustes del diafragma es más corta y, por ende, resulta más difícil atinar con precisión en el “medio clic” deseado. El automatismo de diafragma de las ópticas en montura de rosca M42 es por medio de un “pin”, que al ser presionado cierra el diafragma hasta el valor de abertura preseleccionado. En el Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/2,8 MC un conmutador deslizante permite trabajar en “manual”, lo que resulta práctico a la hora de utilizarlo quizá mediante un adaptador sobre una mirrorless.
Zenit MIR-20M
Resulta difícil no sentir cierta fascinación por el aspecto rudo –pero no necesariamente tosco–, claramente soviético –y me atrevería a decir que excesivo– de la unidad del MIR-20M utilizada para esta prueba. Su diámetro frontal supera en 1 cm el del mayor de los Flektogon y el peso en un 45%. Al ser la longitud prácticamente la misma de los dos Flektogon con los que se compara, el aspecto físico del MIR-20M es extraordinario, al tiempo que la configuración de mandos y escalas se ve forzada y profundamente alterada.

Si bien el mando para el ajuste de valores de abertura de diafragma queda en una posición frontal al usuario, la escala de distancias queda… ¡por debajo del aro de ajuste de las mismas! La acción del aro de enfoque es sin asperezas, pero dura, aunque ello podría deberse al estado de la grasa de nuestra unidad. El recorrido del aro de ajustes de aberturas de diafragma es más bien corto y también un poco duro.
A notar que, aunque ofrece ajustes en medios clics en la mayor parte de su arco, no lo hace entre f/11 y f/16 ni –naturalmente– entre f/3,5 y f/4. La apertura es hexagonal, con las palas en lo que podríamos llamar un tanto jocosamente “alto brillo comunista”. Destacar, finalmente, que nuestra unidad emplea revestimientos simples y no múltiples, lo que requiere una cierta cautela al abordar escenas con luces fuera de campo.

Al igual que en el caso del Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/2,8 MC –con el que el MIR-20M comparte montura– un conmutador deslizante permite trabajar en “manual” (“M”), lo que resulta práctico a la hora de utilizarlo quizá mediante un adaptador sobre una “sin espejo”.

Tal como figura en la tabla comparativa de características, el MIR-20 necesitaría de grandes filtros frontales de Ø 77 mm, pero también se ha previsto el empleo de filtros posteriores, de Ø 27 mm. Al efecto, un “doble fondo” en la tapa del sólido estuche de cuero para el objetivo encontramos una suerte de “torreta” en la que se atornillan los tres filtros siguientes:
- UV-1x (ultravioleta, incoloro)
- O-2,8x (anaranjado)
- YG-2x (amarillo verdoso)
Con los factores de prolongación de la exposición indicados.
Resulta interesante observar que estos filtros –que se atornillan en la rosca prevista al efecto tras a lente posterior del MIR-20– no son filtros sencillamente planos, sino lentes cóncavo-convexas, con el lado cóncavo orientado hacia la citada lente posterior de la óptica. Ello representaría un refinamiento digno de mención desde el punto de vista óptico.

“Brillantes” diafragmas
Los mecanismos del diafragma de los dos objetivos bajo comparación están configurados –como ya se ha avanzado– a partir de 6 palas, con una apertura de forma hexagonal.
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Son muy brillantes ambos, lo cual no es muy recomendable cara a posibles reflejos internos, pero se trata de algo muy corriente en productos soviéticos/DDR, probablemente por cuestión de abaratamiento de costes. Las palas del MIR-20 se nos antojan algo más mates, quizá intencionadamente… quizá por un acabado más tosco. Por su parte, las del Flektogon 20 mm f/2,8 MC son iguales a las de su hermano “mayor” 20 mm f/4.
En la práctica – Muestras
Si observamos cuidadosamente dos tomas comparativas, realizadas sobre trípode para mayor precisión, pronto llegaremos a una primera conclusión: el Zenit MIR 20 mm f/3,5 ofrece un ángulo de toma apreciablemente mayor que el Carl Zeiss Jena Flektogon 20 mm f/4. La segunda, no menos inmediata, es que la distorsión –en barrilete– es más visible en el objetivo soviético, siendo prácticamente inapreciable –a las distancias de toma habituales, para el objetivo de Carl Zeiss Jena.
Nota: todas las imágenes han sido tomadas mediante una cámara digital de 24 Mpx. y se muestran sin aplicación alguna de perfiles de objetivo. Las tomas en son conversiones de RAW a JPEG.
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El ángulo de toma abarcado por el MIR-20M de KMZ es claramente superior al ofrecido por el Flektogon 20 mm f/4 de Carl Zeiss Jena, algo que –como veremos más adelante– no favorece el rendimiento en las esquinas de la óptica soviética.
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A las distancias de toma previstas originalmente para esta clase de objetivos, la distorsión está realmente muy contenida en ambas ópticas; todo un portento en una época todavía sin vidrios HR de alto índice de refracción o de baja dispersión cromática, sin hablar de lentes aesféricas.
Las aberraciones cromáticas están claramente presentes, más en el objetivo soviético que en el germano. Un toque del “Photoshop” actual para “eliminar aberraciones cromáticas” hace maravillas –aunque no lo mostramos–. Seguro que los fabricantes, en una óptica actual, lo incluirían astutamente por defecto en su “perfil de lente” (sic).
A distancias algo más cortas que las correspondientes a grandes espacios –estamos como a 1,5 metros del sujeto principal– se manifiesta algo de distorsión, que curiosamente para un angular, es en acerico… ¡no hay salida otra que el PS!

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A la hora de alcanzar la máxima profundidad de campo, se agradece el que el Flektogon 20 mm f/4 cierre a f/22… a pesar de la difracción.
La capacidad de enfoque próximo de ambos objetivos es simplemente asombrosa; tal como se aprecia en la tabla de características, es del entorno de los 16 cm para ambos. Pero lo que no se dice en ese frío dato es que se habla de distancia al plano focal. En la práctica eso hace que –a esa distancia mínima– la distancia entre el sujeto y el borde anterior del objetivo sea de tan solo cuatro o cinco centímetros.


¿Un objetivo angular para una toma de acción? Afirmativo, si es lo único que llevas cuando se produce la misma. El gran ángulo, de hecho, propone de forma eficaz el riesgo de la altura. El enfoque se colocó sobre la joven escaladora por pura estimación, dado lo efímero de la situación.
¿Hablamos del bokeh? ¿O quizá mejor no? Muy parecido en ambos objetivos –quizá debido a lo similar de la fórmula óptica y las seis palas de sus diafragmas– es de todo menos “tranquilo”. Si nos fijamos en la foto de la parte superior, en la farola, apreciamos una suerte de imagen múltiple muy turbadora, en este caso, al estar a plena apertura –circular por tanto– serían “culpables” las aberraciones de un objetivo primero en su clase en 1960.
En el caso de la imagen de los contenedores de plástico, a f/8, la imagen fuera de foco de los más alejados es también muy poco placentera. No se puede tener todo y en aquella época el concepto de bokeh ni se había gestado todavía.
Rendimiento relativo – Flektogon 20 mm f/4 vs MIR-20M
A la máxima apertura de ambos objetivos, no resulta fácil encontrar diferencias radicales de rendimiento entre el Flektogon y el MIR-20M. En ambos la calidad es muy buena en el centro e incluso en el campo medio –con ligera ventaja para el Flektogon en esta zona– decayendo progresivamente hacia los bordes y esquinas.
En esas esquinas extremas, el MIR-20M muestra un nivel de viñeteo superior al del Flektogon. Uno no puede dejar de pensar que si se hubiese recortado un poco ese campo ligeramente mayor al del Flektogon, para igualarlo en el MIR-20M al del objetivo de la DDR, la calidad de imagen global del soviético subiría, al eliminar su peor zona.
A f/8, al valor de abertura de diafragma teóricamente más favorable para un objetivo de esta época, quizá ya un punto metido en “zona de difracción”, se aprecia una importante mejora de rendimiento general, hasta el punto de que podría decirse que es francamente bueno.
El Flektogon bate en las esquinas al MIR-20M, pero este supera al germano en el campo medio. Para el Flektogon apreciamos quizá un cierto problema de centrado –muy típico en objetivos de alto número de lentes y escaso diámetro de las mismas– pues la resolución de detalles es algo mayor en el lado derecho que en el izquierdo.
Conclusiones
En conjunto, se trata de unos impresionantes objetivos, especialmente el “original”, el Carl Zeiss Flektogon 20 mm f/4, diseñado y producido una década antes que su imitador, el KMZ MIR-20M 20 mm f/3,5 que no le supera a pesar de las ventajas que supone el copiar y los más de diez años de evolución tecnológica, y al que pesa, sobre todo, el mayor viñeteo.
No obstante, ambos ofrecen una calidad de imagen superior a más de un moderno objetivo actual de marcas “de campanillas”, que debe recurrir a fuertes intervenciones vía firmware para ofrecer una calidad decente. Punto fuerte fuera de lo común es –aparte de ese buen rendimiento– la muy interesante distancia mínima de enfoque, y los puntos más débiles, las aberraciones cromáticas –sobre todo en el MIR-20M–, el complejo bokeh y el rendimiento en las esquinas hasta llegar a f/8-11.
Entre Jena y Krasnogorsk
Físicamente, por carretera, lo que separa esas dos ciudades son casi exactamente 106 veces 20 mm –esto es, 2.000 km–, siendo esos 20 mm de focal uno de los nexos de unión de los dos objetivos motivo de este artículo, pero no el único. El cruce de las historias del fabricante Carl Zeiss Jena y de KMZ Zenit se produce en torno a los años 1941-1946, con motivo de la Segunda Guerra Mundial.
Carl Zeiss Jena – Somera historia
Para contar de forma muy breve una larga historia, en 1846 Carl Zeiss crea en Jena (6), sus talleres ópticos “Optischen Werkstätte”, un pequeño taller de fabricación de lentes, que –tras un crecimiento sin par– se convierte en uno de los conglomerados más importantes en lo relacionado con la óptica y mecánica de precisión, con notable presencia en el sector en las primeras décadas del siglo pasado.

Llega la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial y tras los fuertes bombardeos aliados de 1945 y la capitulación de la Alemania Nazi en ese mismo año, no solo quedan destruidas la mayor parte de las instalaciones fabriles, sino que –además– con motivo de la división de Alemania, Carl Zeiss queda a su vez dividida con partes en cada una de ellas.
Lo que queda de las factorías originales sigue en Jena –ya en la Alemania Oriental o DDR– bajo la forma de VEB –Volkseigene Betrieb–, al tiempo que tropas norteamericanas trasladan –la historia habla de “deportación”–, en ese mismo año 1945, a 77 miembros seleccionados del personal y se entiende que parte de la maquinaria, planos y por supuesto know how, de Jena a la población de Heidenheim, muy próxima a Oberkochen.
En esta segunda población, aprovechando naves industriales que no habían sido destruidas en los combates, se crea –con esa base humana y material– la sociedad Opton Optische Werke Oberkochen GmbH, más tarde llamada Zeiss-Opton Optische Werke Oberkochen GmbH, y finalmente, ya desde 1951, Carl Zeiss.
KMZ, rocambolesca –y breve– historia
La historia de KMZ, fabricante del MIR-20M es, si cabe, aún más turbulenta. La factoría KMZ fue creada por orden ministerial en una antigua fábrica de cerámica en Kragnogorsk, quedando inicialmente al mando del departamento de proyectos E.V. Soloviev antes de la firma EFTE.
En 1941, los avances de las fuerzas de la Alemania Nazi llegaron casi hasta Moscú, muy próximos a Krasnogorsk. En torno a noviembre de ese año, la llamada “batalla de Moscú” tuvo como resultado que las tropas germanas realizasen lo que llamaban “avance elástico”, esto es, una retirada en toda regla, 250 km hacia atrás. Pero en la zona de Krasnogorsk se fabricaban componentes claves para la contienda y, preventivamente, más de 1.300 firmas –y entre ellas KMZ– fueron desmanteladas y diseminadas por Siberia y los Urales.

Ya a lo largo de 1942, la amenaza germana había sucumbido en gran parte al frío del invierno, a las largas líneas de abastecimiento y la resistencia numantina de los soldados rusos, “animados”, todo sea dicho, por lo sugestivo de las Makarov de los comisarios políticos apuntando sobre sus espaldas. Ello permitió que KMZ se instalase de nuevo en Krasnogorsk, trabajando fundamentalmente en pedidos para el ejército. Es entonces cuando al parecer se crea el conocido logotipo con el prisma y el rayo de luz, al que los trabajadores llamaban “la tumba”.

La historia completa es un poco larga para tener cabida aquí, pero resulta muy rocambolesca, con maquinaría que se “perdió” durante los traslados y “apareció” en otras factorías, así como lo mejorcito del personal de FED que fue literalmente secuestrado y se le puso a trabajar primero en Berdsk y finalmente en Krasnogorsk.
Desde la caída de Berlín en 1945, parte de los utillajes de la industria óptica germana fueron trasladados a Rusia como “reparaciones de guerra”, pero algo menos conocido es que entre los “invitados” a acompañar a esos bienes materiales había no solo ingenieros alemanes sino algún que otro japonés. Unas pocas cifras dan idea de lo que se produjo en Krasnogorsk, bajo la marca Zenit –desde 1955– y bajo otras marcas: entre 1950 y 1959 la producción fue de aproximadamente 400.000 cámaras por año, que subió a 650.000 unidades por año para 1970. Entre 1981 y 1989 se produjeron más de cuatro millones de cámaras.
De hecho, el número de personas que trabajaban en KMZ era tan grande –más de 30.000– que una granja del estado –Koljós–, perteneciente al grupo, abastecía principalmente de frutas y cereales al sistema (7). KMZ no solo produjo cámaras, sino toda clase de artefactos relacionados con la industria militar y aeronáutica rusa y sigue operativa en ese terreno y en el de la fusión de piezas metálicas por inyección.

KMZ es tan importante para Krasnogorsk hasta el punto de que la bandera de la ciudad… ¡incorpora el prisma del logotipo del conglomerado! Podría decirse que KMZ es a Krasnogorsk lo que Bayer es a Leverkusen, en Alemania.
(1) “Paz” o “El Mundo”, en ruso, según acepciones.
(2) Ø 66, 33 mm frente a Ø 57,61mm aproximadamente para los Flektogon.
(3) Según Clément Aguila y Michel Rouah en su libro Exakta Collection; ISBN 2-9519891-0-5. Las versiones 1 y 2 se distinguían solo por acabados distintos en el aro de enfoque.
(4) De hecho la escala baja a valores algo inferiores, del entorno del “medio pie” o 15,24 cm.
(5) Conviene recordar que, en aquellos objetivos con lentes posteriores de muy pequeño diámetro, la limpieza y el buen estado general de éstas es clave para la calidad de imagen, algo que no siempre se tiene en cuenta.
(6) Reconocida como población en 1230 y existente en registros desde 1182.
(7) Según Jean Loup Princelle, en su libro “Made in USSR, Russian and Soviet Cameras”; ISBN 1-874031-63-0.
4 Responses
Buenos días D. Valentín,
Me quedo con ganas de conocer más sobre la historia de Zeiss y otras marcas similares, esperando que algun día se decida a plasmarlas en un libro, que sin duda sería muy bien recibido.
Se me ocurre que sería interesante comparar los Flektogon/Mir 20 con otro Zeiss, el 21/2,8 Biogon para las Contax G, aunque en este caso no se trate de un retrofoco y fuera fabricado en Japón. Creo que habrá adaptadores para las actuales camaras digitales.
Genial lo del 10 elevado a 6 por 20….
Saludos y gracias.
Buenos días, amigo Justo,
La verdad es que esas historias darían para mucho, pero yo no haría probablemente sino recopilar de varias fuentes lo que otros han escrito… No es menos cierto que dispongo de unas pocas anécdotas propias únicas.
Tomo buena nota de lo referente al Biogon 21 mm f/2,8 para las Contax G, pues seguro que nuestro amigo Iván de Kipon, tiene algo, pues ya nos enseñó prototipos hace nueve años, en nuestra visita a la primera CP+ de Yokohama.
Me llamó la atención lo de la relativa coincidencia de la distancia entre las dos ciudades y la focal, sí…
Un cordial saludo y gracias por su comentario.
Buenas noches Valentín.
Precioso reportaje el que estás haciendo sobre los objetivos retrofoco, ampliando los anteriores tuyos en FV.
Sobre el mismo, me gustaría conocer tu opinión sobre el uso del termino Carl Zeiss. Que si pertenecía a RDA, que después a RFA, que tuvo que actuar un tribunal para dirimir el hecho. Me falta información y juicio sobre este particular. Pienso que es un hecho importante en el mundo industrial.
Por otro lado, acudo a tu conocimiento para que me-nos informes sobre el hecho de utilizar gafas graduadas y su relación con los cristales que se usan para modificar las dioptrías en el ocular. Poniéndome en primera persona: en estos momentos tengo 1,5 dioptría en el ojo derecho, que aumento necesitaría poner en el ocular de mis cámaras.? Pasar de los cincuenta tiene estás cosas.
Gracias anticipada
Lo del uso de corrección visual para las cámaras fotográficas, lamentablemente no tiene una solución única, pues las ametropías –los defectos más o menos importantes de nuestros ojos– pueden ser de lo más variado en cuanto a su tipo y en lo que respecta a su magnitud–.
A ello se suma otra particularidad: los sistemas ópticos de los visores de las cámaras no colocan la distancia óptica de las indicaciones de los mismos a una distancia normalizada y tampoco la indican. Y aún hay más: en algunos casos las indicaciones en pantalla están ubicadas a una distancia y las que nos muestran fuera de la misma –arriba, abajo o a un lado– lo están a otra distinta… ¡Empezamos bien! Por lo general, esas distancias suelen estar ajustadas a un metro, que no es ni lejos ni cerca –unos 33 cm–, ni distancia “de ordenador”. ¡Seguimos bien!
En su caso, Luis, vemos por su receta que necesita para visión lejana –hablaríamos de “infinito”– de una corrección esférica de -1 dioptría, luego estamos hablando de una miopía. Como por otro lado observamos que necesita de una “adición” de una esfera de +0,5, ello nos hace ver que tiene un poco de presbicia o “vista cansada”, que dificulta su visión para lectura.
Casi seguro que acertaríamos a que nos podría decir que sin las gafas “de lejos” ve casi mejor a ojo descubierto que con las “de cerca” pero a una distancia más corta… nada de extrañar ya que las matemáticas nos dicen que si deja de llevar esa -1 dioptría es el equivalente a un +1…
Peeero… en su receta figura además que debe llevar un “cilindro” de -0,75 dioptrías…¡con el astigmatismo hemos topado, Gauss! Por ese astigmatismo, que debe ir ajustado en su caso a un eje de 10 grados, debería ver bastante mejor con las gafas puestas tanto de lejos como de cerca.
Y tenemos un problema: los sistemas de ajuste dioptrías incorporados en las cámaras suelen ir de -1 a +3 dioptrías, pero no ofrecen corrección del astigmatismo, que debe ir no ya solo cuantificado sino ajustado individualmente según un eje –10 grados en su caso– para cada usuario.
Para las cámaras que no llevan ajuste de dioptrías se puede utilizar –por lo general– un accesorio a rosca sobre el ocular, accesorio en el que se acopla una lente correctora. De hecho,los grandes fabricantes las ofrecían en sus catálogos… Pero eso era cuando eran fabricantes de cámaras fotográficas y no de aparatos electrónicos que hacen fotos, como ahora es la mayoría.
Un buen óptico, que sepa lo que se hace –conozco todavía a unos pocos– podría tallar una lente “bi” con corrección de cilindro –astigmatismo– para uno de esos accesorios oculares, pero, solo nos ofrecería corrección adecuada bien para tomas horizontales, bien para verticales, pero no para las dos, y ello por el dichoso ajuste del eje de la corrección. (*)
Solo conozco a un genio –Walter Leica– que lo ha solucionado, y es para las cámaras Leica telemétricas: con tu receta, talla la lente correctora y acto seguido la monta –incluyendo el cilindro– en una montura especial que fabrica él mismo, y que va sobre un cojinete a bolas y contrapesada: al cambiar de horizontal a vertical el sistema gira y mantiene el eje de corrección del cilindro. Como podemos imaginar, no es barato.
Como verás, Luis, no hay solución 100% cómoda ni definitiva, entre otras razones porque si llevamos la corrección en el ocular y vamos sin gafas, no veremos bien la dichosa pantalla externa de las cámaras digitales y tampoco ajustes de tiempos de obturación, abertura de diafragma, ISO, etc. en ellas y las analógicas.
Mi solución personal preferida son unas buenas gafas progresivas –de las que cuestan como una cámara– y afinar luego con los ajustes de corrección incorporados del ocular de la cámara, si los hubiese.
Para las gafas, una montura “al aire” de lentes de no mucho diámetro y siempre bien ajustadas de altura, etc. facilitan mirar por el ocular. Dentro de la poca solución ofrecida, espero haberte ayudado en algo.
Gracias por sus amables palabras acerca de los artículos. Si en algún momento vemos cabida para ello, “nos metemos” con la historia de Carl Zeiss Jena a Zeiss a secas.
Saludos cordiales y gracias por tu comentario consulta, que esperamos sirva también para otras personas en tu misma situación.
(*) Lógicamente, con una cámara para formato cuadrado no tendríamos este problema