Tal vez no sea un fotógrafo tan reconocido como otros autores de su generación, pero Joel Sternfeld (1944) es sin duda uno de los pilares donde se asienta gran parte de la fotografía contemporánea. Perteneciente a la ‘generación del color’ norteamericana, junto a artistas como Stephen Shore, William Eggleston o Joel Meyerowitz, Joel Sternfeld ha desarrollado una carrera coherente con una fuerte personalidad propia. Uno de esos autores que han trabajado con el reposo mental de una cámara de gran formato, creando proyectos que se han fraguado con el trascurso de los años, con ideas que han ido pasando del concepto a la imagen de manera progresiva. Pero no pensemos que se trata de un fotógrafo hermético y distante, sus imágenes son tremendamente narrativas y esconden talentosos juegos de ironía y mordacidad.
Buena prueba de ello es su célebre fotolibro American Prospects (1987), fruto de varios viajes por los Estados Unidos, entre finales de los años 70 y comienzos de la década de los 80. Como tantos otros autores hicieron antes y han hecho después, Sternfeld se dispuso a conocer su país haciendo kilómetros y kilómetros en su furgoneta Volkswagen, con una cámara de madera Wista de 8 x 10 pulgadas. Y lo que se encontró fue un país extraño, curioso, desencantado, difícil de describir, pero que él intentó transmitir bajo su subjetivo punto de vista. Y lo hizo retratando auténticas escenas surrealistas, donde lo que parece, no es, y lo que es, parece fruto de una escenificación del autor. Escenas reales, que se desarrollaban ante sus ojos, y que Sternfeld recogía bajo su sutil estilo. Nada es trivial, es un resumen de la idea de Sternfeld sobre su país, una nación contradictoria, donde los sueños se venden con letras de oro, pero las pesadillas se quedan de puertas para adentro.

La fotografía que hemos recogido es un gran ejemplo del estilo que impregna todas las hojas de American Prospects. Bajo un manto estático, bien compuesto, con una luz uniforme, sin grandes contrastes, emerge un contenido sorprendente. Podría parecer casi una maqueta, pero no lo es. Observamos con incredulidad que lo que se muestra delante de nuestros ojos es un hundimiento de tierra, donde ha ido a parar un coche. El lugar parece ser una de tantas zonas residenciales de los Estados Unidos, uniformes y monótonas, seguramente de familias felices que disfrutan de su pequeño sueño americano con prolijas barbacoas. Pero la desgracia ha emergido y la violencia de la naturaleza en forma de inundación se ha cebado con este oasis californiano, llevándose por delante una calle entera. Como en casi todas las obras de American Prospects, el continente es estático y sosegado, propio del uso de la cámara de gran formato, pero el contenido es desconcertante y misterioso.
La composición viene a reforzar la idea de esa delgada línea que muchas veces separa la vida, de la muerte, la desgracia, de la salvación. Un coche se ha hundido, y otro permanece inmóvil, a salvo, escapándose por centímetros de un triste final. De igual manera, las casas permanecen intactas, por lo que es posible pensar que las desgracias humanas hayan sido mínimas. Incluso podemos contemplar cómo este gran agujero en la tierra ha dejado al descubierto las ‘tripas’ del lugar, con una tubería situada a varios metros de la superficie. Este paraíso construido de forma artificial en medio de una zona seca de los Estados Unidos, ha mostrado su fragilidad y, a la vez, la fragilidad del ser humano ante la naturaleza. A esta sensación estéticamente sutil de catástrofe, hay que sumar que esta imagen fue tomada en 1979, cuando estaba muy presente la llamada Guerra Fría, entre el bloque soviético y el bloque occidental, y el peligro de confrontación nuclear había calado en la sociedad norteamericana, generando cierta psicosis.
En palabras de Sternfeld: “Una de mis fuentes de inspiración al emprender American Prospects fue Walker Evans. Llegué a la conclusión de que su obra describía una América, la de los años treinta, que se derrumbaba físicamente pero en la que el espíritu humano se mantenía indemne. Y descubrí que la América que yo tenía ante mí era justamente la antítesis de aquella: a finales de los setenta estaba emergiendo toda una nueva realidad física deslumbrante, pero la gente estaba muy turbada espiritualmente. Decidí que quería que mis fotos expresaran esta idea.”
Como en muchas de sus obras, Sternfeld es capaz de dotar a la imagen de una increíble intención. Sus composiciones parecen simples, pero tienen una enorme complejidad, con múltiples detalles que construyen una obra con diversas capas de significado. Con un estilo estético muy depurado y personal, se trata indudablemente de uno de esos creadores muy vigentes, de alguna manera precursor de una contemporánea forma de describir la sociedad, entre la incredulidad y el escepticismo, que podemos contemplar en otros fotógrafos de estas últimas décadas.
Comenzar tu carrera con un trabajo tan extraordinario como American Prospects, es un reto para un artista. Sin alcanzar la brillantez de su obra primigenia, Sternfeld ha continuado realizando importantes proyectos a lo largo de su carrera. En On This Site: Landscape in Memoriam (1997) inmortalizó escenarios donde habían ocurrido actos de violencia, como el lugar donde fue asesinado Martin Luther King o donde Rodney King fue brutalmente golpeado por unos policías.
Stranger Passing (2001) fue una especie de complemento de “American Prospects”. En vez de paisajes, reunió retratos realizados durante esos mismos años de viajes por los Estados Unidos, a gente que fue conociendo en sus trayectos. Se trata de una colección de tipos y personajes que nos sirven también como documento de una época.
En Walking the High Line (2002) retrató la abandonada vía elevada del tren de Nueva York, un espacio verde dentro de la gran urbe. Y en Sweet Earth, Experimental Utopias in America (2006) exploró diferentes comunidades utópicas que se han desarrollado en los Estados Unidos, y que emergen como lugares alternativos de vida luchando contra la alienación capitalista. Sternfeld ha publicado 10 libros y su obra forma parte de la colección permanente del MOMA de Nueva York, y de otras grandes instituciones de arte contemporáneo de San Francisco o Los Ángeles. Desde 1985 enseña fotografía en la Sarah Lawrence College, de Nueva York.